TRSICE, República Checa (JTA) – Casi 70 años después de que una familia judía checa se refugió de los nazis en un bosque cercano a su pueblo y confió en la ayuda de los gentiles locales, una profesora de escuela secundaria estadounidense ha logrado erigir un monumento permanente a su memoria.
La semana pasada, varias decenas de personas se reunieron en el lugar boscoso donde la familia Wolf se había escondido, para inaugurar un modesto monumento de piedra que conmemora su lucha por sobrevivir y a la gente que los ayudó.
Durante tres años de pesadilla en la Segunda Guerra Mundial, la familia Wolf sobrevivió escondiéndose en forma intermitente en el bosque, en el cobertizo de un amigo y en casas de la gente del pueblo – todo el tiempo dependiendo de otros para proporcionarles los suministros de alimentos, combustible y demás.
Los detalles del calvario de la familia se registraron en un diario detallado por el hijo de Otto, quien tenía 15 años cuando pasó a la clandestinidad en junio de 1942. Los habitantes de Trsice, que está a unos 150 kilómetros al este de Praga, conocían la historia. Pero fue sólo después de que Colleen Tambuscio, una profesora de Nueva Jersey, llevó a un grupo de estudiantes al escondite boscoso hace cuatro años como parte de un viaje de estudios del Holocausto que las ruedas se pusieron en marcha para erigir un monumento adecuado.
Tambuscio, que enseña un curso sobre El Holocausto, Genocidio y Comportamiento Humano en New Milford High School, encabeza un viaje anual de estudios del Holocausto a Alemania, la República Checa y Polonia. Uno de los libros que usa en clase, «Páginas de Salvamento,» es una recopilación de los diarios de guerra de escritores jóvenes, que incluye una versión abreviada del relato de Otto Wolf sobre la angustiante y difícil situación de la familia.
Hace cuatro años, durante la parada del grupo en Olomouc, Tambuscio se dio cuenta de que iban a pasar muy cerca del escondite boscoso de la familia Wolf. Con la ayuda de la comunidad judía local, caminaron en el bosque y lograron identificar la cueva-refugio de la familia.
Tambuscio declaró que estaba profundamente conmovida por su descubrimiento y se preguntó por qué no se había marcado el lugar.
«Le preguntamos al alcalde por qué no está marcado como un hito histórico», dijo. «Y la única respuesta que tuvimos fue que nunca realmente se les ocurrió hacerlo.»
Tambuscio comenzó un esfuerzo de recaudación de fondos para reunir los $ 3.000 necesarios, mientras también trabajaba a través de la burocracia checa para adquirir las autorizaciones para un monumento conmemorativo. De acuerdo con Tambuscio, los pobladores locales no tenían objeciones, y cuatro años más tarde, ella y el pueblo tuvieron su memorial.
Una de las razones por las que los lugareños nunca concretaron el recordatorio de la historia de los Wolf es que la ayuda a ellos no provino exclusivamente por altruismo.
El benefactor inicial de la familia, Jaroslav Zdaril, conocido como Slavek en el diario creado sobre la vida de la familia Wolf en el bosque, les llevaba alimentos y suministros, y más tarde les dio refugio en una cabaña precaria. Lo hizo en parte porque estaba enamorado de la hermana de Otto, Felicitas, de 22 años de edad. A medida que su amor no fue correspondido, la entrega de alimentos y suministros poco a poco se tornó errática.
Después de dos años, la relación se había vuelto tan desgastada y la entrega de alimentos tan poco fiables que los Wolf estaban desesperados por un benefactor alternativo. Encontraron un salvavidas en su antigua ama de llaves, María Zborilova, quien los escondió en el desván de su casa. Las habitaciones nuevas fueron una enorme mejora en la calidad de vida de la familia Wolf – Otto y Felicitas, y sus padres, Berthold y Ruzena – pero casi inmediatamente el esposo de María los quiso fuera de allí, por temor a las consecuencias si los nazis los encontraban dando refugio a judios.
A pesar de que durante un año prevaleció el deseo de María de proteger a la familia, los Wolf vivían en constante temor de que su marido los obligara a irse. Finalmente esto ocurrió en marzo de 1945.
Un dentista conocido de la familia, los ayudó a encontrar refugio en una granja de la familia Ohera – completos extraños a los Wolf. A estas alturas, la guerra estaba en sus últimos estertores, pero aún había mucha violencia y miedo. Menos de un mes antes del final de la guerra, la familia fue capturada por unos simpatizantes nazis de Kazajos en busca de guerrilleros. Sin saber que eran una familia judía, sólo quedó Otto con ellos, que entonces tenía 18 años y edad de luchar. Pocos días después de ser capturado, él y otros fueron asesinados y colocados en un granero que fue incendiado.
Para las tres últimas semanas de la guerra, y con el aumento de la violencia y las tensiones, el resto de la familia Wolf huyó hacia el bosque. El destino quiso que el tiempo ese abril fuera miserable: la lluvia fría y los azotes del viento dejaron a la familia embarrada, mojada y tiritando.
Irónicamente, la inauguración del memorial la semana última, tuvo lugar en una mañana cruda y gris, con temperaturas inferiores a los 40ºF. Para Eva Vavrecka, hija de Felicitas, era la primera vez que visitaba el boscoso lugar.
A pesar de que conocía la historia, Vavrecka declaró a JTA que sin embargo, se sorprendió por las condiciones en que se vieron obligados su madre y su familia para sobrevivir.
«Fue una sensación difícil, y yo estaba tratando no enfrentarlo, para no conmoverme demasiado», dijo Vavrecka, de 62 años, de Praga.
Petr Papousek, jefe de la comunidad judía en Olomouc, la ciudad vecina, dice que los habitantes merecen un reconocimiento por no informar sobre la familia Wolf, aunque su silencio no siempre haya tenido fines altruistas.
«En el memorial dice que la familia Wolf pudo ocultarse porque la gente que vivía en el pueblo guardó el secreto», dijo. «Al ver el monumento, sus habitantes pueden estar orgullosos de sus antepasados,? que fueron tan valientes».
Durante la década de 1990, las cinco personas que activamente protegieron a los Wolf, fueron designadas «Justos entre las Naciones» por Yad Vashem, Museo Conmemorativo del Holocausto en Jerusalén.
Alexandra Zapruder, autora de «Páginas Salvadas», la compilación de los diarios de escritores jóvenes del Holocausto, dice que los motivos no altruistas no desmerecen el resultado final. Lo importante es que tres de los cuatro miembros de la familia Wolf sobrevivieron.
«No nos hace ningún bien tener imágenes de héroes con quienes no tenemos nada en común», dijo Zapruder. «No nos hace ningún bien tener historias de personas sobrehumanas que ayudaron a los demás y que nunca dijeron una mala palabra o nunca han tenido motivos cuestionables, porque eso no es lo que somos.»
Traducción: FIRW