La adolescencia es una etapa en la cual se cuestiona el orden preestablecido, las ideas predeterminadas; se cuestiona también a los padres y “al sistema” en general. Es por lo tanto, para nosotros padres, educadores y adultos en general una nueva oportunidad para escuchar e intervenir.
En nuestras sociedades actuales, el Maestro ya no es quien inicia al saber como lo era unas décadas atrás. Los niños llegan a la escuela con una multiplicidad de saberes adquiridos mediante Internet y a través de los Medios de Comunicación Masivos, Dadas estas nuevas condiciones ¿No debería la escuela redefinir su función? Además de ser un espacio de socialización, de organización y orientación en el saber:¿No podría ser el lugar dónde se aprende a convivir con las diferencias? ¿Se enseña lo suficiente que todos los seres humanos somos iguales en derechos y obligaciones pero distintos en nuestros deseos e ideales?
En Internet se puede aprender casi todo (matemáticas, lenguas, historia, geografía, música, etc.) pero no se puede aprender a ser un buen humano: es decir a no matar, a no robar, a ser sensible con el dolor ajeno, a escuchar lo que el otro necesita… no se aprenden los valores humanos fundamentales.
Surgen entonces algunas preguntas: ¿Cómo comunicar nuestro interés por los valores humanos? ¿Es algo que se “enseña” o algo que “se trasmite”?
Van aquí algunas ideas:
1) Demos el ejemplo: prestando atención a las palabras que usamos; hay palabras peligrosas que se usan para herir, para humillar, para alimentar la desconfianza e incluso el odio. La lucha contra el racismo comienza con el lenguaje.
2) Sepamos que con indignarnos no alcanza; es preciso hacer algo para frenar las tendencias negativas.
3) No permitamos que los malos tratos, las humillaciones y la indiferencia se transformen en algo banal y natural.
4) Resaltemos que la tolerancia es una virtud siempre y cuando no signifique pasividad frente a lo insoportable.
Licenciada Diana Liniado
Educación
Programa “Wallenberg en la Escuela”