Baruj Tenembaum, un ”descendiente de esclavos”
ROMA, miércoles, 30 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- Entre los primeros candidatos al premio Nobel de la Paz, finalmente atribuido este año al presidente Barak Obama, se encontraba Baruj Tenembaum, creador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, según ha confirmado PRIO, prestigioso e independiente instituto académico con base en Oslo, Noruega.
Por su parte Ladbroke, la famosa agencia de apuestas de Londres, otorgó a Tenembaum más posibilidades de ganar el Nobel que a figuras de la alta política internacional como Nicholas Sarkozy o Tony Blair.
ZENIT ha preguntado a Tenembaum, judío de origen argentino, pionero del diálogo interreligioso desde tiempos de Pablo VI, por qué, según él, tanto interés por su figura y obra. ”¿Quién soy yo?”, se pregunta con sencillez Baruj Tenembaum. ”No me referiré concretamente a lo sucedido pues no me considero tan importante, al fin y al cabo”. ”¿Quién soy yo?”, sigue preguntándose. ”Concretamente, soy descendiente de esclavos, de aquellos judíos que trabajaban en Egipto bajo el látigo de los faraones, y que luego fueron liberados por Moisés”.
”Soy tan judío como los que fueron expulsados de Jerusalén cuando se destruyó el Primer Templo, y luego el Segundo”, sigue explicando.
”Soy tan judío como mis hermanos que fueron expulsados de Portugal y de España, y siguen añorando en idioma ladino a la península, a pesar de las inquisiciones”, aclara.
”Soy tan judío como los que fueron perseguidos en Europa por los pogroms, y, también, como aquellos seis millones aniquilados por los Hitler(s), en plural”.
”Entonces, con toda franqueza y humildad: ‘¿Quién soy yo?’”, sigue preguntándose.
”Soy un simple hijo de colonos que dedica su vida para agradecer a aquellos seres humanos que salvaron vidas, que se arriesgaron. Los Wallenberg, Souza Dantas, Sousa Mendes, más de 20.000 gentiles, no judíos, a quienes debemos la gratitud, el recuerdo, la educación a nuestros descendientes”.
”En la Fundación Wallenberg trabajamos intensamente en des-cubrir, entre otros, los excepcionales gestos de estos heroicos seres humanos.”
De este modo, confiesa, ha podido ”des-cubrir” ” en los archivos, en los museos, en las iglesias, en las sinagogas, en las bibliotecas, entre sus asistentes” el alcance de la figura de Angelo Roncalli, quien durante la segunda guerra mundial, siendo representante diplomático de Pío XII en varios países, realizó una valiente obra de ayuda a judíos perseguidos.
”Y una y otra vez –reconoce– no podemos dejar de emocionarnos con lágrimas que huyen de nuestros ojos cuando nos enteramos de las acciones que ese hijo del pueblo italiano, sencillo, humilde, grande, ejecutó en circunstancias totalmente adversas para salvar, por ejemplo, a niños expuestos a la sombra del infierno; rompiendo, destruyendo prejuicios, yendo mas allá de lo que se supone indican las reglas”.
”A cada rato imaginamos a Roncalli rezando, también en presencia de terceros, pidiendo a su chófer que se detenga frente a la sinagoga de Roma para rezar ‘por mis hermanos judíos’”, explica Tenembaum.
”O como cuando recibió en el Vaticano a una delegación de judíos, levantó sus brazos y exclamó desde la silla Papal, citando la Biblia: ‘Soy José, vuestro hermano’”.
”Entonces, nuevamente: ¿Quién soy yo?”, se pregunta de nuevo Baruj Tenembaum. ”Lo que sobrevive, lo que queda, lo importante, lo noble, es destacar lo que sobre-vive, por ejemplo: Angelo Roncalli”.
Por eso, concluye: ”Hay cosas en la vida que son mas importantes que la vida misma”.