“Incluso en las circunstancias de mayor adversidad que puedan imaginarse, cuando los hombres y las mujeres se encuentran desfallecientes de hambre, transidos de frío, agotados de fatiga, golpeados y humillados, continúan teniendo sencillos gestos de bondad: no todos, no todo el tiempo, pero de modo suficiente para que nuestra fe en el bien salga reforzada.”
Tzvetan Tódorov (Sofía, Bulgaria, 1 de marzo de 1939) es un lingüista, filósofo, historiador, crítico y teórico literario de expresión y nacionalidad francesa. Las ideas o fragmentos aquí expresados se basan en algunos de sus sugestivos textos.
Todorov no sólo reflexiona sobre el bien, del cual hablaremos más adelante, sino también de la bondad que no es lo mismo que el bien. Se refiere a esa bondad, arraigada en el corazón humano, más allá (o más acá) de la moral o de la religión; una bondad cotidiana y no heroica:
“Es la bondad de una mujer añosa, que en el borde de la ruta da un pedazo de pan a un reo que pasa por ahí; es la bondad de un soldado que ofrece su cantimplora a un enemigo herido”. Una bondad muchas veces invisible, muda, ocasional “una pequeña bondad privada, de un individuo a otro, sin testigos” sin preguntas ni ceremonias, sin pedir reciprocidad ni agradecimiento; sin pretender siquiera que hable nuestro idioma ni conozca nuestras costumbres. Se trata de esos gestos humanitarios anónimos- infinitamente más numerosos que los actos heroicos- hacia una persona, no por lo que es, no por algún mérito sino simplemente porque está en dificultades.
Estamos hablando de una bondad sin ideología, sin líder, apolítica y personal y no de esa búsqueda del bien una sociedad civil que requiere una lucha constante, un llamamiento para sostener las convicciones y la indignación, venciendo las trampas, la cobardía y el interés personal. Ese bien es frágil y contingente y podría llevarnos a caer en un moralismo fácil y sentimental, despertando una compasión automática, que nos mueve a realizar acciones intermitentes al conmovernos frente a las imágenes que muestran a las víctimas destrozadas por una tragedia. Es útil, por supuesto, si nos lleva a colaborar y a empatizar con las personas sufrientes. Sin embargo, podría tratarse sólo de una ayuda para aliviar nuestra propia conciencia.
A diferencia de esa bondad humana de la vida de todos los días, existe lo que Todorov llama « La tentación del bien ». Revisando la historia y la actualidad encontramos numerosos ejemplos de líderes que actúan arrogándose la representación del “bien” -para su grupo, su clase, su secta, su país, o para el mundo en general- pretendiendo imponerlo a los demás, tanto en el ámbito privado como en el público Es por tu bien…es por el bien del país….En nombre del Bien se han cometido grandes masacres.
A la bondad que nace del corazón no hay que llamarla ni motivarla: es la generosidad espontánea de una persona buena. Así de simple.