La hermana Alfonsina y la hermana Eleonora mirando a través de las fisuras de la ”Rueda de los Inocentes” (1) veían dos piernas musculosas que salían de un par de pantalones cortos y ajustados. Susuraban un nombre: ”Bartali” porque la fama ya había traspasado los muros del monasterio de San Quirico de clausura de las hermanas Clarisas. Gino Bartali había vencido en la Vuelta de Italia de los años ’36 y ’37 y en el Tour del ’38. Llegaba a San Quirico de Asis, entre San Francisco y el Obispado, con su bicicleta Legnano roja y verde. Ocultos bajo el asiento o en el interior del manubrio llevaba fotos y documentos para hacer falsificaciones que permitieran la fuga de judíos perseguidos. Vistiendo una camisa con la inscripción ”Bartali había partido de de Florencia para viajar a través de más de 200 kilómetros de carreteras secundarias y caminos de montaña.
A veces lo detenían los soldados alemanes en un punto de bloqueo, pero terminaban haciéndole preguntas sobre ciclismo. En San Quirico le entregaba a la madre superiora cartas y fotos que rápidamente se las devolvían impresas en tipografía. Los judíos obtenían así la identidad necesaria para circular y llegar hasta la región de los Abruzzos, mas alla de la linea ”Gustav” en la Italia ya liberada. Andrea, primogénito de Bartali, viajó a Asis para encontrarse con las hermanitas nonagenarias y con los lugares de las acciones no deportivas de su padre. En busca de negocios de objetos de souvenir de Asis en uno de ellos encontró la impresora que sirvió para salvar a centenares de judíos. El mismo recorrido fue hecho por Riccardo Nencini, presidente del Consejo Regional Toscano, secretario del partido socialista y sobrino del campeón Gastone Nencini, considerado el heredero de Bartali. La nueva Madre Superiora le hizo leer el diario en donde estaban anotadas las visitas de Bartali, a propósito de las polémicas sobre Pio XII y los judíos. Ella suponía que debío ser necesario el permiso papal para que hombres ingresaran al convento de clausura.
Bartali era un militante de la Accion Católica y a través de monseñor Elia Dalla Costa entró en contacto con la organización Delasem que asistía a los prófugos judíos. A veces, a mitad de camino entre Firenze y Asis, paraba con su bicicleta en la estación Terentola y, como en una película, su presencia producía un tumulto que los soldados italianos y alemanes trataban de dispersar. En la confusión se aprovechaba para subir a los vagones a judíos y otros grupos de perseguidos políticos. Este año fué descubierta en esa misma estación una placa en recuerdo de Bartali. ”Antes de sus idas a Asis”, cuenta Andrea Bartali, ”papá hacía muchos entrenamientos viajando en bicicleta de Firenze a Génova. En Génova le entregaban fondos de cuentas abiertas en Suiza por judíos de todo el mundo que él llevaba a Firenze.”
El Presidente Ciampi otorgó la medalla de oro al mérito civil a Bartali por haber protegido las vidas de, al menos, 800 judíos.
(1) Rueda giratoria donde se depositaban niños recien nacidos y abandonados por su madre.
Traducción: Aldo Nasjleti