Conocí a Jack Fuchs en abril de 1997, en ocasión de inaugurarse en la Catedral de Buenos Aires el Mural que contiene reliquias que recuerdan a los judíos exterminados por el nazismo, así como a los asesinados en los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA en Buenos Aires.
Asistía el señor Fuchs a esta solemne ceremonia, impulsada por el señor Baruj Tenembaum y ejecutada por el entonces Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, Cardenal Antonio Quarraccino.
Fue presentado entonces el querido Jack como un sobreviviente milagroso, salido de las antesalas de las cámaras de gas de Auschwitz.
Lo abracé como si palpara la realidad viviente de un resucitado de la muerte.
Conocí luego, junto con su particular personalidad, los distintos pasos de su calvario y el de sus padres y familiares que fueron cremados en ese mismo campo de exterminio.
No me hubiera extrañado que una persona, víctima del odio más atroz, hubiera perdido el calor del amor a la sociedad. Todo lo contrario, su trato trasunta siempre un desinteresado amor al prójimo y a la vida.
Dentro de la Fundación Raoul Wallenberg, Jack integra la comisión encargada de transmitir a los adolescentes de colegios públicos y privados el testimonio de los sagrados derechos de la persona humana hacia una convivencia fraternal, sin exclusiones raciales, religiosas o sociales.
En oportunidad de visitar con esa misión al Instituto Educacional Fátima de Martínez, su mensaje caló bien profundo en el corazón de los niños, adolescentes, directores, profesores y maestros. Presentó, junto a sus experiencias vivenciales de los campos de exterminio nazi, un modelo de sociedad donde ”el hombre no sea un lobo para el hombre” como denunciaba Hobbes, sino una comunidad de hermanos.
Se interiorizó por todas las actividades escolares y asistenciales que realiza el colegio, en particular por la misión de ayuda a los escolares de Tatón, localidad situada en la precordillera de los Andes, en la provincia de Catamarca.
Diez colegios de Tatón y alrededores son asistidos gracias al trabajo de todo un año que incluye diez días de labor misional para atender las necesidades de padres y alumnos. Durante todo el año el Instituto Fátima se aboca a la recolección de fondos, alimentos no perecederos, remedios, ropa y material escolar.
El 9 de julio pasado el señor Jack Fuchs cumplió sus primeros ochenta años de vida. Para celebrarlo agasajó a casi doscientos amigos con un desayuno. La invitación señalaba que Jack no quería regalos. Decía que si sus amigos querían manifestarle su afecto podían hacerlo mediante la donación de útiles escolares ”para la obra que realiza el colegio del Padre Moreno en Catamarca.”
Gestos como los de Jack, junto a muchos otros de la más variada asistencia social, que no provienen del Estado sino de los sentimientos más espontáneos y generosos de la gente, reconfortan el ánimo al tiempo que reafirman la fe en el sagrado carácter de la persona humana.