El comportamiento de la Iglesia católica durante la Segunda Guerra Mundial ha hecho correr mucha tinta en estos últimos años. Pío XII fue apodado ”el Papa nazi” por sus detractores.
Al mismo tiempo que la Santa Sede guardaba silencio sobre los campos de concentración nazis, un alto prelado de la Iglesia lanzaba las bases para el acercamiento con el judaísmo. Angelo Roncalli, quien se convertiría en Papa en 1958, ayudó a salvar a varias decenas de millares de judíos de los Balcanes, desde su nunciatura en Istanbul.
”Roma sabía que Roncalli ayudaba a los judíos y no siempre le gustaba” explica Alberto Melloni, profesor en la Fundación de ciencias religiosas Juan XXIII en Bolonia, quien esta semana dió una conferencia sobre este episodio en el centro canadiense de ecumenismo en Montreal. ”De vez en cuando se disculpaba ante el Secretario de Estado. Pero el Vaticano le dejaba actuar.”
Desde 1939 a 1944, Monseñor Roncalli envío cartas de recomendación para facilitar la emigración de los judíos de los Balcanes hacia Istanbul, llegando a hacer hasta falsos certificados de bautismo. Más de 35.000 judíos transitaron por la capital de Turquía durante la guerra, y el nuncio apostólico tuvo una influencia determinante sobre más de la mitad de estas emigraciones, según M. Melloni. ”Había sido destinado en Bulgaria hasta 1934, y por ello conocía bien la región. Istanbul poseía entonces una comunidad judía muy importante. En 1939, cuando falleciera Pío XI, el gran rabino de Istanbul asistió a la ceremonia celebrada en Istanbul. Entonces, eso aún nunca se había visto.”
Cuando fue nombrado Papa, Juan XXIII convocó el concilio Vaticano II, que afirmara especialmente que los judíos no eran responsables de la muerte de Jesús. ”Sin Roncalli no hubiera existido el extraordinario acercamiento que vimos bajo Juan Pablo II”, afirma M. Melloni en una entrevista en el Ritz.
Fue tambien por el nuncio en Istanbul que el Vaticano tuvo conocimiento del ”protocolo de Auschwitz”, un informe de la exterminación de judíos redactado por dos jóvenes adultos quienes consiguieran escapar de Auschwitz. ”Cuando Roncalli lo leyó, lloraba, dice M. Melloni. Tambien tuvo duras palabras por la indiferencia del Vaticano, las únicas que se le conozcan. Algunas semanas más tarde, Pío XII interrogó al almirante Horti, el dirigente de Hungría, que estaba dispuesto a deportar 300.000 judíos. La deportación fue interrumpida durante 6 meses.”
El tímido apoyo del Vaticano a las acciones de su nuncio en Istanbul no significa que la Iglesia católica sea culpable de complicidad con los nazis, según M. Melloni. ”El silencio de Pío XII no estaba basado en antisemitismo. Limitándose a una actividad diplomática, la Iglesia católica consiguió ser neutral durante la Primera Guerra Mundial, lo que habia agrandado su prestigio. Pío XII pensaba que había que adoptar el mismo enfoque. No había constatado, como lo hiciera Roncalli, que la mano era totalmente diferente, porque él nunca salía del Vaticano