Numerosos sobrevivientes del Holocausto se reunieron en la sede de la Casa Argentina en Israel Tierra Santa para recordar a Raoul Wallenberg en el 98º aniversario de su nacimiento.
La convocatoria fue coordinada por el equipo de eventos del grupo de voluntarios del programa educativo ”Wallenberg en la Escuela”, integrado por la licenciada Lidia Assorati, Raquel Donato, Diana Liniado, Paula Ini y Alicia Bronstein.
Entre los sobrevivientes, muchos de los cuales brindaron video-testimonios difundidos mundialmente por la agencia católica de noticias Zenit, estaban Tomas Kertesz, Myriam Kesler, Gina y Laszlo Ladanyi, Irene Dab, Eugenia Unger, David Galante, Alfredo Bauer, Moisés Borowicz, Sara Holman de Zelman, Eva Rosenthal y Eva Sebestyen.
Además, asistieron miembros del Consejo Directivo, amigos y colaboradores de la Casa Argentina y la Fundación Wallenberg.
Eugenia Unger celebró la vida de Wallenberg: -”No tuve el honor de que él me rescatara”- y conmovió a los presentes con un relato sobre sus experiencias durante el Holocausto, vivencias de la guerra narradas con particular fuerza emotiva en sus libros ”Holocausto, lo que el tiempo no borró” y ”Después de Auschwitz, renacer de las cenizas”.
Tomas Kertesz, salvado él mismo por Raoul Wallenberg en Budapest en 1944 fue el encargado de soplar las velitas conmemorativas acompañado por la canción de feliz cumpleaños cantada por todos los asistentes.
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Comentarios sobre la reunión del 4 de agosto de 2010
Encontrarse con personas que sobrevivieron a la Shoah y/o a la Guerra es siempre una experiencia conmovedora: emociona y perturba.
No me gusta decir ”los sobrevivientes”, creo que a ellos tampoco les hace bien esa manera de ser convocados. Son personas vivientes, que quieren ser reconocidas no sólo por su trauma o su relato sobre la tragedia, sino también reconocidos y valorados en su vida actual.
Al leer sus libros y, más aún, al escucharlos personalmente, uno advierte que es necesario ser muy cuidadoso. La natural curiosidad humana por lo ”obsceno” a menudo hace que quedemos capturados por las imágenes que nos relatan o las marcas que quedaron en su cuerpo, olvidando de atender a la persona en su integridad: su pasado, su presente y su futuro.
Sin darnos cuenta, al llamarlos ”sobrevivientes” los estamos marcando como ”eso” y sólo eso. Me parece que la mejor ayuda que podemos ofrecer a estas personas es recordarles, una y otra vez, que ellos fueron, son y serán personas, dentro y fuera de los campos.
Lic. Diana Liniado
Buenos Aires
Voluntaria de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg
Equipo de educación
Buenos Aires