Ben nació en Gothenburg, Suecia, en 1950. Disfrutó de una particular infancia, feliz. Aunque su familia no toleraba la música, en su época de rebelión adolescente Ben empezó a tocar la guitarra sólo para disgustar a sus padres.
Una vez, su padre se acercó a él mientras practicaba con su guitarra y le gruñó: ”¡¿Por qué no estás afuera persiguiendo niñas como los otros chicos, en vez de estar acá sentado rascando esa caja?!”
Descubrió que su abuelo paterno había sido un cantante talentoso. Armado con este conocimiento, Ben prometió revivir la tradición familiar musical sólo para darles una lección a sus padres. En el final de su adolescencia estaba siempre afuera tocando una especie de musical – era un cantante entusiasta de baladas.
En el otoño de 1968 Ben se desempeñó como solista en el Concierto de Cámara de Estocolmo. Esa misma noche sus padres, con los ojos húmedos, y en un gesto de perdón, le regalaron el diapasón de su abuelo. A pesar de haber conseguido su cometido, pronto cambió de camino inscribiéndose en la Escuela de Economía de Estocolmo.
Cuando se graduó en 1976, decidió limitar su historia de amor con la música a su propia casa, mientras se dedicó a su carrera y a su familia.
Pero entonces un día en 1998, Ben escribió una carta a su amigo Janne Bark, que estaba de gira con Ulf Lundell. La carta se hizo extensa e ingeniosa.
Cuando Janne volvió a Halmstad, le sacudió la carta en la cara a Ben y le dijo que debería empezar a escribir letras de canciones con el mismo estilo que utilizó en sus cartas. Ben se juntó con él a tocar, pero se negó a escribir canciones de amor. Los dos amantes de la música se reunieron una y otra vez más a menudo para cantar ”canciones de no-amor” juntos, y pronto publicaron un CD. En el espacio de dos años Ben tenía siete canciones en el ranking y se escuchaban con frecuencia en las estaciones de radios suecas.
El consenso de la crítica fue que su éxito se debe que a ”Ben compone y realiza sus canciones con letras reflexivas y sencillas, y música atractiva”. Esto agrada a Ben, ya que considera que la música no tiene por qué ser complicada en la medida en que te conmueve.
Ben es un hombre multifacetico. Más allá de su música, Ben es un educador que dicta conferencias y relata cuentos y siente un compromiso muy especial para con su héroe, Raoul Wallenberg. En este terreno, Ben es un fiel colaborador de la Fundacion Internacional Raoul Wallenberg.
Los abuelos de Ben eran daneses, y emigraron a Suecia en 1913, asentándose en Gothenburg. Allí, junto con otros amigos daneses escandalizados por las leyes raciales nazis, crearon la organizacion ”Dansk Forening” y se ocuparon de ayudar a los 7.000 judíos daneses que fueron transferidos a Dinamarca gracias a la accion de coraje del pueblo danés, y cobijaron a muchos de dichos refugiados en su propio hogar, asi como otros combatientes de la resistencia.
En reconocimiento a su gesta, el abuelo de Ben fue condecorado con la medalla del Rey Christian.
No es coincidencia pues que Ben haya adoptado la misma línea humanista de sus abuelos daneses.
De los escritos de Ben Olander
Wallenberg – Discriminación
A pocos días de comenzar la escuela a la edad de siete años, fui testigo de la discriminación. Uno pensaría que en la Suecia del año 1957 no había tanta gente pasible de ser discriminada dado que nuestro país constituía entonces una sociedad muy homogénea en el sentido de que todos nosotros éramos suecos nativos.
Las olas de inmigrantes y refugiados que se venían sucediendo sobre Suecia desde las postrimerías del siglo pasado aún no se habían acrecentado.
Pero créase o no, aún entonces muchos encontraron razones para discriminar y acosar a sus compatriotas. Apenas un individuo demostraba cualquier variante que lo distinguía del resto, la dura cara de la discriminación se hacía evidente.
Se podía tratar de alguien que no había nacido en el área, o alguien con facciones inusuales, o con sobrepeso. Apenas doce años después de que las fuerzas aliadas irrumpieran en los campos del Holocausto, si un niño era judío, había un gran riesgo de que fuera sometido a abusos en los patios de escuela de Suecia.
¡Nunca más!
Desde el año 1945 venimos escuchando una y otra vez las palabras ”¡Nunca más!” con referencia al Holocausto. Estuvimos de acuerdo en no olvidar nunca que hubo personas que fueron aniquiladas por los nazis por tener creencias u opiniones diferentes, por negarse a portar armas, por tener una discapacidad o por ser considerados de una ”raza inferior”. Los judíos fueron los que más sufrieron el Holocausto Nazi. En seis años, seis millones de judíos fueron asesinados.
Pese a haber escuchado ”Nunca más” una y otra vez, aun así el mundo ha sido testigo de genocidios repetidas veces desde el Holocausto. Desde fines de la Segunda Guerra Mundial, se han cometido asesinatos en Camboya, Irak, Rwanda y en los Balcanes. Si también sumamos las matanzas de poco menos de cientos de miles de individuos, nos encontramos frente a todavía más ejemplos de ”limpieza étnica” a lo largo de estos años.
Un común denominador del genocidio es que éste comienza con mentiras acerca de las víctimas de la discriminación. Dichas mentiras se convierten en hostigamiento. Si éste se vuelve organizado bajo designios políticos oscuros, puede perder rápidamente el control y conducir a los asesinatos múltiples. Si nos prometemos a nosotros mismos que ”esto no volverá a ocurrir nunca más”, debemos entonces tomar medidas aquí y ahora. Tiene que comenzar entre tú y yo. No podemos delegar a nadie sino a nosotros mismos la tarea de ocuparnos de que la discriminación, que puede derivar en genocidio, nunca ocurra.
Mostrar respeto hacia los demás
La música es comunicación. Cuando comencé a ver que podía llegar a una audiencia más amplia con mi música, deseé contar ciertas cosas que son importantes para mí. La tarea más grande que como seres humanos tenemos en frente nuestro, si nos proponemos impedir nuevos genocidios, es aprender a mostrar respeto por los demás. La batalla contra la discriminación (y los asesinatos múltiples) debe comenzar aquí y ahora, entre tú y yo.
Por un hecho puramente casual, y gracias a ciertos adultos esclarecidos muy cercanos a mí, a la edad de siete años supe de la obra de Raoul Wallenberg y de su lucha contra discriminación y matanzas. Desde ese entonces, el recuerdo de sus actos me aportó una esperanza y fue el modelo de cómo todos nosotros podemos luchar contra el mal.
Pese a que su obra fue enorme, permitiéndole salvar a miles de individuos, Raoul Wallenberg demostró que podemos empezar con poco: aquí y ahora. Todos podemos impedir la discriminación y el genocidio poniendo en práctica lo que Raoul hizo; podemos mostrar respeto, llegar a conocer otra gente, tomar partido por los oprimidos y tener el coraje de comprometernos. Sobre Raoul Wallenberg la gente dice; ”Un hombre puede cambiar al mundo”. Yo prefiero ampliar la descripción de su obra y decir ”Cada uno de nosotros puede cambiar el mundo”.
La música es comunicación
Durante 2004, cuando me estaba convirtiendo en uno de los artistas más escuchado de la Swedish Broadcasting Corporation, quise hacer realidad mi sueño de poder escribir y grabar algunas canciones para la sexagésima conmemoración del secuestro de Wallenberg por fuerzas militares ruso- soviéticas el 17 de enero de 1945. Contribuyeron con su apoyo entusiasta como músicos y productores Janne Bark y Mats MP Persson.
La primera presentación de mis canciones fue en un programa de TV de noticias matinales en el cual Janne Bark y yo tocamos nuestra música y fuimos entrevistados el 17 de enero de 2005. Fue una mañana inolvidable ya que Nina Lagergren, hermana de Raoul Wallenberg, también se encontraba allí para hablar de su hermano y de su propia lucha de toda una vida para regresarlo a casa.
Si bien las canciones se oían a menudo en la radio y la TV sueca durante el verano y otoño de 2005, se volvió a cerrar silencio alrededor de Raoul Wallenberg y de su obra. Y esto ocurría al tiempo en que observamos un aumento del antisemitismo y discriminación en nuestra sociedad relativamente cómoda. Frente a este hecho, en la primavera del 2005 me prometí a mí mismo utilizar mis oportunidades para hacerme oír yendo a escuelas y empresas a hablar al menos una vez al mes acerca de Raoul Wallenberg y el Holocausto, y de cómo cada uno de nosotros puede luchar contra todo aquello que tenga relación con discriminación y genocidio. Un modelo para ésta, nuestra mutua batalla, es el que nos dio Raoul: el de mostrar respeto y consideración al prójimo, y de tener coraje para defender a nuestros conciudadanos tomando partido cuando son víctimas de agravios.
Entre discriminación y genocidio
Hablar -y cantar- sobre la obra de Raoul Wallenberg resulta un hecho increíblemente inspirador. Uno de los pocos modos en que puedo abordar el tema del Holocausto con sentimientos de esperanza y seguridad. Raoul Wallenberg y sus colegas de la misión diplomática sueca en Budapest constituyeron unos de los pocos rayos de esperanza en la acción de Suecia durante la Segunda Guerra Mundial. Pese a ello, muchos en nuestro país sienten la ”incomodidad” de hablar demasiado sobre Raoul Wallenberg.
Dicha actitud prácticamente no me ha impedido salir y hablar sobre cómo debemos luchar contra el mal. También me ha dejado perplejo y hasta cierto punto me ha enfurecido. Pero más que nada me ha fortalecido en mi creencia de la importancia de preservar en la memoria los esfuerzos heroicos realizados por Raoul Wallenberg a fin de librar batalla sobre todo lo existente entre la discriminación y el genocidio.
Conferencias
La presentación dura una hora e incluye un ”picture play”, una disertación y música. Cuando hablo en las escuelas, prefiero realizar la presentación en un auditorio lleno y espero que ésta se continúe con un debate y enseñanza durante las clases regulares.
CD y cuadernillo
A modo de introducción y para complementar mi disertación redacté un folleto informativo acerca de la obra de Raoul Wallenberg, que se incluye con el CD de las canciones, el cual posee una breve descripción introductoria sobre el origen y desarrollo del Holocausto. Tanto el folleto como los textos de las canciones se presentan en inglés y sueco.
Colaboradores
Las conferencias no se afilian con ningún grupo político o religioso. Mi ambición es tan sólo la de divulgar conocimiento sobre principios humanitarios. Si bien lo hago por mis propios medios y respondiendo a una iniciativa personal, recibo un gran apoyo de mis amigos de la Asociación de Sobrevivientes del Holocausto en Estocolmo, de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg de Nueva York y especialmente de las familias Lagergren y von Dardel.