La documentación desclasificada muestra cómo los anglo-norteamericanos se debatieron entre salvar a los judíos para no incomodar a la opinión pública y su temor a la URSS | Los acontecimientos permiten pensar que hay relación entre la ocupación de Hungría y el chantaje nazi | La negativa a los nazis se frenó por temor a las protestas judías y porque EE.UU. estaba en año electoral
Secreto. De Moscú a Londres. Vichinsky considera inadmisible negociar con Hitler”. Este lacónico mensaje de finales de julio de 1944 encierra la clave del fracaso de la operación blood for money.Andrei Vichinsky, ministro de Asuntos Exteriores soviético, cerró en nombre de Stalin la salvación de los judíos rehenes de Eichmann. Las alternativas estudiadas por los anglo-norteamericanos también suponían pagos a los nazis y negociar con Hitler. Stalin dijo no y a finales de agosto de 1944 el asunto se canceló definitivamente. Joel Brand no regresó a Budapest.
Todo sucedió muy deprisa. Los nazis ocuparon Hungría en marzo de 1944 y el 19 de mayo Joel Brand ya viajaba a Turquía llevando como equipaje una monstruosa propuesta de Adolf Eichmann consistente en canjear la vida de un millón de personas por unos camiones y dinero. Pasó tan poco tiempo entre la invasión alemana y la propuesta que es lícito pensar que la ocupación pudo formar parte de un plan de Hitler para provocar un intercambio gigantesco de seres humanos que entorpeciera la marcha de una guerra que ya estaba perdiendo. Alos tres meses de lanzada la propuesta, el tema se liquidó. Stalin dio portazo y los anglo-norteamericanos lo aceptaron.
A mediados de julio de 1944 y pese a los intentos de hallar vías alternativas que evitaran el exterminio de los judíos balcánicos (véanse los capítulos anteriores), en Washington veían el asunto muy negro, además de observar un creciente nerviosismo de Berlín por la falta de avance en su propuesta. Cabe decir que Brand, en su obligado encierro en El Cairo, también era presa de la inquietud, lo mismo que negociadores como Shertok, el segundo de la Agencia Judía, o Hirschmann, el enviado de Estados Unidos.
Un mensaje que encaja en el marco descrito es el de Washington a Londres de 11 de julio en el que se decía que habían ”averiguado de fuentes judías que la Gestapo estaba muy molesta porque Brand y Grosz no han regresado a Hungría”. Además, añadían que ”en opinión de la Gestapo el viaje de Brand es sólo una medida preliminar para futuras negociaciones en Lisboa” pero que ”Moscú no aceptará el envío a los nazis de 10.000 camiones”.
Por esas fechas Londres y Washington impedían que el tema saliera a la luz pública y se cuestionaban si era posible hablar con los alemanes. La partida se jugaba a varias bandas simultáneamente y aunque quedaba un atisbo de esperanza por la vía de la negociación a través de terceros países (Suiza), el asunto se encaminaba claramente hacia el fracaso. El 20 de julio el Foreign Office le dijo a su embajador en España, sir Samuel Hoare, que las propuestas alemanas eran consideradas un chantaje, y añadía: ”Hay evidencias secretas, que hemos comunicado al Gobierno de EE. UU., de que los nazis usan a los judíos para entrar en contacto con los aliados como cobertura para una propuesta de paz con el objetivo de dividir a los anglonorteamericanos y la URSS. En estas circunstancias, los gobiernos aliados rechazamos estas propuestas y estamos en contra de que cualquier persona entre en contacto con los alemanes en España (…) Es esencial para nosotros que Moscú no tenga ninguna sospecha de que negociamos con los alemanes”. Pero en previsión de que Moscú se enterase de que en aquel instante había conversaciones en Suiza en busca de la posibilidad de una evacuación de judíos, el ministro Anthony Eden se puso la venda antes que la herida y dio instrucciones a su gente en Moscú para que tranquilizase al gobierno soviético.
En un telegrama a su amigo el embajador en la URSS sobre los ”planes para rescatar a judíos húngaros”, Eden justificó por qué a esas alturas aún no se había producido un rechazo frontal a la oferta de Eichmann. ”Sin duda comprendes las razones de por qué no rechazamos la oferta alemana”, le dijo a sir Archibald Clark Kerr, barón de Inverchapel, un hombre con una magnífica relación personal con Stalin. Entre los motivos argumentados por Eden para no hacer pública una negativa anglo-norteamericana a los nazis estaban ”las violentas protestas” que habrían recibido de las organizaciones judías mundiales ”al rechazar esta propuesta en la que prometían un horrible destino a los judíos” y que el gobierno de EE. UU. compartía ”la misma ansiedad”, dado que se hallaba en ”año electoral”.
”Di a los soviéticos que lo que hacemos con los suizos no es negociar con los alemanes y que no hay intercambio comercial”, enfatizó Eden, quien añadió: ”Debes explicar a los soviéticos que si no damos alguna respuesta a los nazis ellos podrán decir que propusieron un plan para salvar a millones de judíos y los aliados lo rechazamos. Una propaganda así tendría un efecto negativo en la opinión judía mundial”.
Es evidente que sir Archibald Clark Kerr cumplió las instrucciones y habló con Stalin, quien no debió de quedar nada convencido, como delata el cable que este embajador envió a su superior, Eden, el primero de agosto: ”Si dejamos que Brand regrese a Hungría, ¿qué les decimos a los soviéticos? Pueden sospechar que tratamos con los alemanes. Pueden sorprenderse”. Poco después Vichisnky, en nombre de Stalin, rompía la baraja.
En septiembre de 1944 un desesperado Brand supo por los británicos que todo había acabado. Si quería volver a Budapest en busca de su esposa y amigos sería por su cuenta, sin oferta aliada. Para salvarle, lo nombraron teniente y le dieron papeles a nombre de Jacobsen y sólo lo dejaron ir a Jerusalén el 6 de octubre, tres días antes de que los alemanes comenzaran a retirarse en Hungría perseguidos por el Ejército Rojo.
Joel Brand arribó a Budapest en agosto de 1945.
La noticia que nadie quiso confirmar
Hacía dos meses que el asunto blood for money había acabado. El ejército soviético avanzaba hacia Alemania a través de Hungría mientras las cámaras de gas en Polonia hacían su macabro trabajo. Un rumor sobre la existencia de una negociación con los nazis para el intercambio de judíos circulaba por las redacciones de los diarios. Londres salió al paso y atajó el asunto filtrando información confusa. El rotativo The Times, en su edición del 20 de noviembre de 1944, publicó lo que pudo averiguar en un tiempo en el que la guerra hizo que los secretos fueran inescrutables.
”Oferta monstruosa. Chantaje alemán. Intercambio de judíos por municiones”, son algunas de las expresiones que utilizó el periodista. Este, además, mencionó que dos personas habían llegado a Turquía con la idea de salvar a 350.000 judíos a cambio de camiones. ”El gobierno británico está en contra de este tipo de tratos”, se decía en aquella información que hablaba de la muerte de 400.000 judíos en Hungría.