Los mensajes secretos revelan que los aliados conocieron en plena guerra el alcance real del holocausto y que desinformaron a la prensa, que intuía lo que pasaba | El responsable británico de Palestina calculó que se podían salvar del exterminio dos millones de judíos | La Agencia Judía presionó a los aliados para que negociaran con Franco la llegada de los refugiados
La propuesta nazi de intercambiar un millón de judíos por camiones y bienes o de lo contrario matarlos a todos en Auschwitz generó un enorme flujo de mensajes entre los aliados. Con la disyuntiva de aceptar o no el envite de Himmler y Eichmann, trasmitido a través del sionista húngaro Joel Brand, los británicos debatieron qué hacer, intercambiándose escritos secretos. Algunos desvelan que los angloamericanos conocieron la dimensión del holocausto en plena guerra y no al final de la misma. Este mismo conjunto de comunicados descubre la inquietud que provocó el caso en la embajada británica de Madrid y cómo Londres negó los rumores que circularon entre las comunidades judías.
”Los nazis tienen la esperanza de obtener alguna gracia ante los ojos aliados por el hecho de no matar ahora a dos millones de judíos pues creen que ayudará a olvidar que ya han matado a seis millones de judíos”. Esta frase, que no deja lugar a dudas sobre el conocimiento británico del genocidio nazi, fue escrita por sir Harold MacMichael, alto Comisionado Británico para el protectorado de Palestina, en un mensaje secreto sobre el caso Brand que envió a Londres el 15 de junio de 1944.
MacMichael habló de seis millones de muertos, cifra que se aproxima a la realidad del exterminio, al mismo tiempo que evaluó en dos millones los judíos que se podían rescatar en la operación Sangre por Dinero. Sobre este punto es preciso aclarar que, aunque Brand negoció por un millón de personas, hay varios comunicados desclasificados que elevan el rescate a dos millones sin que hayamos encontrado ningún escrito adicional que explique esta diferencia. Sin embargo, lo más probable es que el SIME (servicio secreto inglés de Oriente Medio) calculara en dos millones de personas las perseguidas en la zona de los Balcanes, susceptibles de intercambio.
La mañana de aquel jueves de verano del 44, sir Harold MacMichael habló con Ben Gurion y con Moshe Shertok de la entrevista que este último dirigente judío había mantenido hacía cuatro días con Brand en Alepo. Shertok tenía muchísimo interés en que el gobierno de Churchill y Jaim Weizmann, líder del movimiento sionista en Gran Bretaña, ”supieran que él estaba convencido de la autenticidad de Brand” y que ”el propio Brand está convencido de que las propuestas alemanas son serias y que proceden de autoridades alemanas de alto nivel”, en palabras de MacMichael.
Shertok habló con Brand durante seis horas -con un funcionario británico delante-, y de aquella conversación sir Harold sacó las siguientes conclusiones: que el objetivo de los nazis de obtener bienes era real; que los nazis esperaban salvar la piel en el futuro haciéndose amigos de los británicos, que los nazis no querían de ninguna manera que los judíos evacuados fueran a Palestina, que Turquía nunca permitiría que pasasen tantos judíos hacia Palestina, que los alemanes no querían contribuir a la creación de un estado judío fuerte que pudiera ser un peligro para Alemania en la posguerra, que los nazis no querían ponerse en contra del mundo árabe y que los nazis veían ”a la raza hebraica como un bacilo humano que quería infectar con este morbo el mayor número de países aliados”.
Entonces MacMichael preguntó a Ben Gurion y a Shertok cómo se podría llevar a cabo el intercambio de Brand. Shertok respondió argumentando la necesidad de encontrarse con los alemanes sin hablar de política y ofreció tres posibilidades de intermediación: la Cruz Roja internacional, el Alto Comisariado para los Refugiados o la entidad norteamericana de Refugiados de Guerra que permitía ”contactos directos con el enemigo”. Sin embargo, Ben Gurion, se mostró más escéptico que Shertok, fijando su posición con la siguiente idea: ”Si humanamente se puede hacer algo que no perjudique el esfuerzo de guerra, hay que hacerlo”.
Aunque las conversaciones eran un secreto de guerra y nadie podía revelar la misión de Brand y Grosz – uno retenido en Turquía y el otro en Siria- los rumores de una oferta alemana para salvar a miles de judíos llegaron a reducidos círculos de Londres y Washington, a través de quienes pensaban que la negociación no se podría impedir si la ciudadanía se enteraba. No obstante, las noticias fueron muy confusas e imprecisas y nadie acertó a discernir qué estaba sucediendo exactamente.
El 19 de julio de 1944 el Gobierno Churchill informó a la Casa Blanca que dos corresponsales en Londres, uno del Chicago Sun y otro del New York Herald Tribune, hablaban con sus diarios sobre el caso Brand. En respuesta, Londres filtró lo siguiente: ”Han llegado a varias capitales neutrales insinuaciones de que Alemania quería modificar su política hacia los judíos. Dos personas llegaron a Turquía con propuestas para liberar a gran número de personas y cesar el exterminio bajo ciertas condiciones. Estas propuestas no tienen un fundamento serio, es un chantaje para confundir a los aliados y la guerra”.
Y, para parar el golpe en el Parlamento, Anthony Eden hizo una intervención en la que estaban todos los ingredientes de la propuesta nazi (judíos, niños, España, Portugal, visados, chantaje, Palestina…) pero sin cocinar correctamente. Así, el discurso oficial dejó dicho que ”la intención de los alemanes es crear confusión y se ha informado al gobierno soviético”. Eden sólo reconoció que se podía rescatar a unos judíos con visados y afirmó que se estaba cooperando con España y Portugal para salvar niños judíos y llevarlos a Palestina, lo cual era cierto sólo en parte y no tenía nada que ver con la oferta de Eichmann y la mediación de Joel Brand. Lo que sucedía en la trastienda es que, simultáneamente a los sucesos descritos, Londres informaba a Washington que la Agencia Judía, a través de Shertok, presionaba para que los aliados hicieran una oferta a España para que aceptara ”la recepción y estancia temporal de un número considerablemente grande de refugiados judíos”.
”Deberíamos dar a los nazis una zanahoria en forma de acuerdo para discutir la salvación de los judíos. El Foreign Office no ve inconveniente en pasar la propuesta a Madrid”. Aunque ”debemos decir a Shertok que no podemos tener contactos directos con los alemanes”, dijo Londres a Washington.
Los nazis trataron de negociar en Madrid
Los alemanes también intentaron que Franco aceptara a los judíos de Brand. La pista sobre esta curiosa presión se encuentra en un mensaje del embajador británico en Madrid, sir Samuel Hoare, enviado a Londres el 18 de julio de 1944. Hoare decía que había recibido una carta desde Palestina en la que les explicaban que Kastner, rehén de Eichmann en Budapest (capítulo 2) había escrito al jefe del departamento de inmigración de la Agencia Judía en Palestina, Eliyahu Dobkin, anunciándole que un representante alemán pretendía reunirse con él en España el 25 de julio siguiente. Dobkin quería saber si el gobierno británico tenía objeciones al encuentro y si estaba previsto pagar para liberar judíos. Hoare consultó y recibió instrucciones de Londres de que no se negociara con los alemanes en España, instrucción que transmitió a Dobkin. El 24 de julio, el embajador Hoare envió a Londres otro telegrama: ”He explicado todo a Dobkin y se ha alegrado de no negociar con los alemanes (…) Brand confirmó la seriedad de la propuesta y que tal vez con ella los alemanes quieren limpiar sus pasadas atrocidades. Si la propuesta falla, los nazis dirán que ellos hicieron la propuesta y que los aliados la rechazaron”.