Adolf Eichmann le dijo a Joel Brand que si se alcanzaba un trato con los aliados para enviar al millón de judíos a España destruiría Auschwitz y paralizaría el exterminio | Los nazis advirtieron, a modo de presión, que durante los tratos habría 12.000 deportaciones diarias | Eichmann prometió que, cerrado el trato, pondría de inmediato a 100.000 personas en la frontera española
Joel Brand fue el intermediario obligado para negociar el rescate de un millón de judíos que los nazis quisieron vender a los aliados en 1944. Desde 1941 hasta la ocupación alemana de Hungría en 1944, Brand y un puñado de judíos resistentes, entre los que estaban su mujer, Hansi, y su amigo el doctor Kastner, se habían dedicado a comprar a los nazis las vidas de judíos. Los principales intermediarios de estas transacciones eran Schmidt, un oficial de las SS que en realidad era el jefe del servicio secreto alemán (Abwehr) en Budapest, y Dieter von Wisliceny, ayudante de Adolf Eichmann y capitán de las SS al que le cabía el dudoso honor de haber tenido la idea de colocar la estrella de David como distintivo de los judíos. Un tipo al que acabaron ahorcando en Checoslovaquia por sus crímenes.
Pero la ocupación alemana, y con ella la llegada de Eichmann a Budapest con instrucciones de Himmler, cambió las reglas y la dimensión del diabólico juego que practicaban. De salvar a centenares de personas, Brand y los suyos pasaron a la posibilidad de evitar la muerte de un millón a propuesta de Eichmann. Brand explicó los detalles de la propuesta al servicio secreto británico, que los reprodujo en una serie de documentos secretos localizados por La Vanguardia en Londres.
El chantaje de Himmler llegó a Budapest el 25 de abril de 1944, día del cumpleaños de Brand. Schmidt lo localizó desayunando a las 8 de la mañana en el café de la Ópera de Budapest y sin más le anunció: ”Hoy te verás con Eichmann. Espera en el café, a las 9 horas. Un coche te recogerá”. Brand explicó así su reacción: ”Me temblaron las piernas, hablé por teléfono con Kastner y con mi mujer. Aceptar era meterse en la boca del lobo”. Y se metió.
A la hora indicada apareció un Mercedes negro con los distintivos de las SS. Un soldado le dijo que subiera al coche. El alemán se sentó a su lado y el vehículo arrancó. Fueron al hotel Majestic.
Al llegar, los guardias se cuadraron militarmente. Seguro que no sabían que estaban saludando a un judío. Al minuto, Brand se encontraba frente a Eichmann.
”Le miré atentamente. Tenía unos 40 años. Estatura mediana. Delgado. Parecía un funcionario. Sólo sus ojos eran de un azul frío y duro como el acero. Nunca lo olvidaré. Su uniforme era bonito y se movía con rapidez. Su manera de hablar era inusual. Era como una ametralladora. Decía una frase muy rápidamente y se paraba de golpe. Detrás, un estenógrafo tomaba nota de la conversación mientras un hombre de paisano, que no supe quién era, observaba la escena”.
Eichmann dijo de repente: ”Usted sabe quién soy. Yo resolví la cuestión de los judíos en Eslovaquia. Ahora me toca Hungría y he estirado mis antenas para ver si su judaísmo internacional todavía es capaz de hacer algo. Haremos un trato. Estamos en el quinto año de la guerra. Necesitamos (palabra censurada o ilegible) y no somos inmodestos. Estoy dispuesto a venderles a todos los judíos, pero también estoy preparado para que los aniquilen a todos. Como usted desee. ¿Está usted en condiciones de evacuar a 1.000.000 de personas de Hungría?”.
Brand: – Podríamos sacar algunas decenas de miles a Palestina. Tal vez 250.000. Tenemos visados británicos para 35.000 con sus familias…
Eichmann: – ¿Y los demás?
B: – No lo sé. No lo puedo decidir yo solo.
E: – Supongo que para ustedes los más importantes serán los hombres y mujeres que puedan tener hijos.
B: – No soy quién para decidir si los ancianos deben ser abandonados para que sólo se salven los capaces de tener hijos.
E: – Bien. Quiero bienes a cambio de sangre.
(Brand pensó que sólo querían dinero, pero Eichmann le dijo que no: el dinero vendría después, lo que querían era bienes.)
B: – ¿Qué bienes?
E: – Consulte con las autoridades internacionales, ellos sabrán.
Luego le preguntó a Brand si tenía familia. Este replicó que tenía una esposa y dos hijos. Eichmann profirió: ”Se quedarán aquí”, y añadió: ”Los vehículos se utilizarían en el frente oriental y no en el occidental”. Brand supuso que los alemanes hicieron esa precisión para que británicos y norteamericanos recibieran bien la oferta, sabiendo que los camiones no irían en su contra.
Eichmann citó a Joel Brand otras tres veces para terminar de perfilar el mayor chantaje de la historia. En el curso de esos encuentros, el nazi afirmó: ”Si usted regresa con la oferta aprobada yo cerraré Auschwitz y me llevaré el diez por ciento del millón de judíos a la frontera española. Usted se hará cargo de esos 100.000 judíos y después me entregará 1.000 camiones. Iremos negociando de esta forma: 1.000 camiones por cada 100.000 judíos. No puede pedirme un trato más favorable. Es decir – continuó el alemán-, si vuelve dentro de dos semanas destruiré Auschwitz y la gente que estoy deportando ahora mismo irá hacia la frontera española. Pero le advierto, no esté fuera mucho tiempo. No puedo congelar a sus judíos. Los que puedan trabajar, tendrán que hacerlo, y tenemos que deshacernos de las mujeres, los viejos y los niños. Por eso tiene que regresar lo antes posible. Si tiene que ir a Nueva York o a Londres, vaya, pero avíseme antes por telegrama”.
El 15 de mayo de 1944 comenzaron las deportaciones masivas en Hungría y Eichmann convocó a Brand por última vez. ”Usted sale mañana. Debe cerrar la negociación cuanto antes. Las deportaciones comienzan hoy mismo y cada día serán confinados 12.000 judíos. Puedo enviarlos a Austria y no a Auschwitz y mantener una parte en Eslovaquia. Los deportados esperarán hasta que usted vuelva y después los podremos llevar hasta la frontera española. Si no vuelve, todos irán a Auschwitz”. A lo que Brand replicó: ”Si usted inicia ahora las deportaciones, nadie creerá que mi oferta es seria”. Durante la conversación, Brand miró la pistola que Eichmann tenía sobre su mesa y el nazi se dio cuenta. ”Siempre pienso cuánto le gustaría a su pueblo matarme -dijo-, pero no sea optimista, señor Brand. Tal vez los tiempos cambiarán, tal vez perdamos la guerra, pero ustedes jamás me cogerán, ni a mí ni a mi familia”. Brand se fue y cuando estaba a punto de franquear la puerta oyó a Eichmann decir: ”Vuelva pronto. No estoy bromeando”.
Los judíos esperaban el rescate de los aliados
El relato de Brand fue inmediatamente interpretado por el servicio secreto británico, que trató de comprobar en lo posible el panorama que había dibujado el sionista. Brand sostuvo que 300.000 judíos húngaros estaban ya en campos de concentración, listos para ser deportados, y que en aquellos momentos estaban deteniendo a más judíos. También anunció que deportarían a los campos de exterminio polacos a 12.000 judíos diarios a partir del 22 de mayo, pero que ese plan se podía posponer si las negociaciones avanzaban por buen camino. En un sondeo de urgencia, el SIME (servicios secretos de Oriente Medio) convino que ”la situación en Hungría está confirmada por varios testigos oculares, judíos húngaros que llegaron a Palestina el 24 de mayo de 1944”. También sostuvo, citando a Ben Gurion, que ”a la luz de pasadas experiencias la Agencia Judía teme que el destino de los judíos húngaros, checoslovacos y rumanos está ya sellado a menos que puedan ser rescatados a tiempo. La Agencia espera que la magnitud y el carácter aparentemente fantástico de la propuesta no impedirá a las altas autoridades aliadas hacer un esfuerzo determinado para salvar al mayor número posible de personas”.