P: ¿Cuál es su nombre?
R: Mi nombre es Adela Klein.
P: ¿Y dónde nació?
R: En Budapest.
P: ¿Usted creció ahí junto con su familia?
R: Si.
P: ¿Quiénes componían su familia? ¿Con quién vivía usted?
R: Mis padres, y éramos ocho hermanos.
P: ¿Usted creció en una comunidad judía?
R: Si, algo así.
P: ¿Iba a un colegio judío?
R: Parcialmente. Después de un tiempo las escuelas judías fueron cerradas, nosotros teníamos que seguir estudiando, por lo tanto nos mandaron a una escuela pública.
P: ¿Qué actividades hacían antes de la guerra?
R: No había muchas actividades porque había un sentimiento antisemita por todos lados y por lo tanto todo estaba muy limitado.
P: ¿Aún cuando eran muy chicos?
R: Nos hubiera gustado tomar parte en las actividades, pero estaba muy limitado, no aceptaban a los judíos en los lugares públicos, así que si uno hacía algo que no debía, era acusado de ser anti alemán. Entonces era mejor que uno estuviera callado y que no lo vieran. Nosotros vivíamos o tratábamos de vivir con nuestros papeles irlandeses, pero luego se puso muy peligroso. Después fuimos declarados judíos, fuimos al ghetto y antes del ghetto recibimos los pases schutz. Pero un hecho muy interesante fue que ahí nunca escuchamos el nombre de Wallenberg en público. Es probable que él no quisiera que se usara su nombre públicamente. Pero nosotros sabíamos que detrás de todo esto había una persona muy importante, y él salvó a mucha gente porque ese pase schutz daba el coraje para correr. Uno sentía que poseía algo que lo iba a proteger. Cuanto lo protegía a uno, bueno… Pero sobrevivimos. Yo creo que se lo debemos al pase schutz, se lo debemos a Wallenberg, sin duda alguna.
P: ¿Sabe usted como consiguieron un pase schutz?
R: Bueno, yo le voy a contar. Esa gente, la gente de Wallenberg estaban vestidos con uniformes alemanes, y salían en sus autos por las calles. Y cuando veían a un judío que realmente estaba en peligro, le daban el pase directamente desde el auto. Pero estaban vestidos como alemanes, nosotros lo sabíamos, todos los judíos estaban con ellos, todos estaban vestidos como alemanes.
P: ¿Sabe si también había cristianos trabajando con ellos?
R: Probablemente, pero ahí había muchos judíos, y había cristianos que lo ayudaban.
Mi pase schutz me fue dado por un abogado que nosotros conocíamos desde antes de la guerra, no lo conocíamos personalmente pero sabíamos que era judío, que estaba trabajando con Wallenberg, tenía mucha gente que trabajaba con él en una organización clandestina. En el ghetto, era lo mismo, todo lo que podía hacer él lo hacía. Pero el ghetto era un lugar muy terrible. La gente se moría y en una habitación vivían 30 ó 40 personas. En un rincón los muertos, en el otro rincón los vivos. Apenas tenían el tiempo suficiente para remover los muertos. Por suerte esto sucedió en invierno, y los cadáveres estaban helados. Pero cuando llegó la primavera, trataron de sacar el mayor número posible de cadáveres, pero esto fue después de la liberación, sino hubiera habido una epidemia terrible. Y nosotros nos fuimos de Budapest lo antes posible, y desde el punto de vista de la salud, era muy inseguro. Pues en cualquier momento podía estallar una epidemia. Uno podía ver cadáveres apilados con la altura de una montaña. Estaban todos mezclados: judíos, rusos, alemanes. Llevó meses enterrar a esa gente.
Era algo que uno no puede olvidar jamás. Afortunadamente, nosotros nos salvamos todos. Dejamos Hungría en los primeros tiempos de la guerra y vinimos a América.
P: ¿El pase Schutz era individual, para usted sola, o toda su familia tenía uno?
R: No, nos daban pases schutz sin nombres, porque él no conocía los nombres. El lo veía a Ud. en un auto, se daba cuenta que usted estaba en peligro y le daba el pase.
P: ¿Y usted dijo que en un principio nunca había escuchado el nombre de Wallenberg?
R: El mantenía un perfil muy bajo pues tenían miedo que lo pudieran agarrar y matarlo. Cualquier cosa que hacía, lo hacía en silencio, sin usar el nombre.
P: ¿Después lo vio alguna vez?
R: No, no, pero se que estaba trabajando en un proyecto para llevar chicos jóvenes a Suiza. Nosotros no fuimos: era muy complicado separar a una familia tan grande, queríamos quedarnos todos juntos. Esto era un error, deberíamos haber ido. Pero afortunadamente nos salvamos todos, era sumamente raro que una familia se quedara y se salvaran juntos.
P: ¿Usted oyó hablar de las casas seguras que él hizo?
R: Si, por supuesto. Nunca he estado ahí pero he oído hablar de ellas. Si, las casas suecas. No eran tan malas como vivir en el ghetto. No había tanta gente y había más comida. Pero era muy difícil entrar en esas casas, porque el número de personas estaba limitado. La mayoría terminaba en los ghettos.
P: ¿Sabe como hacía Wallenberg para conseguir comida y ropa para darle a la gente?
R: No tengo la menor idea. Yo leí mucho sobre él, se mucho sobre él y era una persona extraordinaria. Y todos le debemos la vida. Y para nosotros era sagrado.
P: ¿Si él estuviera ahora en la habitación y usted pudiera hablar con él, que le preguntaría?
R: Yo le agradecería el haber salvado a mi familia.
P: ¿Y qué querría decirle él a usted?
R: Creo que estaría muy contento con lo que hizo. No lo lamentaría. Era realmente un ser extraordinario. Todos le debemos mucho. Su memoria debería ser sagrada para siempre.
P: ¿Qué les pasó después a usted y a su familia?
R: Después de haber estado en Austria durante un tiempo, conseguimos una visa para irnos a América donde llegamos en 1951.
Estuvimos en Austria durante cuatro años antes de poder conseguir las visas para ir a América. En Austria no se estaba tan mal porque estaba bajo los americanos. Ellos nos proveían de todo y se dieron cuenta que debíamos ir a América. El viaje fue muy primitivo, en pequeños barquitos de guerra, pero lo conseguimos.
P: ¿Y vino toda su familia?
R: Si, mis padres y uno de mis hermanos ya estaban aquí. Pero vinimos como una familia completa.
P: ¿Cómo le afectó a usted y a su familia la relación con vuestra religión después de todo lo que les había pasado durante la guerra?
R: Más o menos mantuvimos nuestra religión. No en profundidad pero era posible ya que teníamos comida y todo. Tratamos de comer comida kosher, pero…no era 100% kosher. Tratamos de evitar las cosas que estaban prohibidas, pero no era tan malo, Austria no estaba tan mal. Pero en América empezamos todo desde el principio.
P: ¿Usted habla con sus hijos y sus nietos sobre Wallenberg?
R: Si, ellos quieren saber. Insisten en que quieren que me entrevisten. Les tengo que contar los cuentos de cómo sobreviví y como estuve escondida porque las calles estaban llenas de alemanes y yo quería sobrevivir.
P: ¿Y usted les cuenta todo lo que hizo Wallenberg?
R: Seguro. Ellos saben todo, lo aprendieron en el colegio. La nueva generación está muy interesada en este tema. Saben que nosotros no tenemos mucho tiempo disponible. Ellos quieren continuar. Yo comparto todo con mis hijos. Los nietos no están interesados, solo vinieron para asistir a la entrevista.
P: ¿Hay algún otro cuento específico?
R: No tengo fuerzas suficientes para repetirlos. Hay que estar de un cierto humor y yo hoy no lo estoy.
Creditos:
Entrevista: Aliza Klapholz, Daniela Bajar, Adam Esrig
Transcripción: Sharone Tobias
Traducción: María Pensavalle