Durante la Segunda Guerra Mundial, el 85 por ciento de los 45.000 judíos de Italia se salvaron de los Nazis gracias a la valentía y los esfuerzos de héroes tales como el Padre Beniamino Schivo, cura párroco de un seminario en la Citta di Castello. La historia a continuación cuenta sobre una de esas familias.
En Italia, el índice de judíos salvados durante la Segunda Guerra Mundial fue relativamente alto, en gran medida a causa del odio que los italianos sentían por los alemanes.
Los judíos pudieron escapar de Italia por medio de la ayuda del clero, los ciudadanos, las autoridades y las identificaciones falsas. Sin embargo, este esfuerzo trajo aparejado grandes riesgos a las personas y a sus familias.
Nacidas en Breslau, Alemania, Ursula Korn y su madre escaparon de Alemania en 1935 hacia la Riviera Italiana, luego de que los Nazis tomaran el poder. Se reunieron con sus tíos en Alassio, Italia, mientras su padre había quedado retrasado administrando su negocio.
Paul Korn finalmente perdió su negocio en los procedimientos de ”Arianización”, y con el tiempo, luego de mucho esfuerzo, se unió a su familia en Italia. En 1940, la Italia fascista de Mussolini entró en la guerra, y se alió con la Alemania Nazi. Poco después de esta alianza, Italia aprobó una ley que les quitaba la ciudadanía italiana a los judíos naturalizados después de 1919.
Al padre y al tío de Ursula los enviaron a un campo en Salerno, mientras que Ursula, su madre y su tía fueron a Collazone y luego las transfirieron en 1941 a la Citta di Castello. Allí conocieron a un cura que les sugirió que contactaran al Padre Beniamino Schivo, cura párroco del seminario.
”Desde ese momento en adelante, el Padre Schivo pasó a ser nuestro protector, nuestro mejor amigo” dijo Ursula, ”él salvó nuestras vidas desde todo punto de vista, poniendo en peligro al mismo tiempo su propia vida. A pesar de las restricciones en la vida de los judíos, él hizo que podamos seguir adelante.”
Beniamino Schivo les dio asilo, ropa y alimentos, además logró que Ursula pudiera continuar con su educación en un convento. ”Las monjas me amaban” Ursula recordaba, ”mi maestra me presentó a su familia de Nápoles, quienes se convirtieron en mi segunda familia”.
En 1943 la situación cambió drásticamente, los alemanes habían ocupado la región; sus vidas estaban en peligro. ”Entonces el Padre Shivo se quitó su hábito y junto con otro cura, nos llevaron a una villa de verano dejando atrás las patrullas alemanas” declaró Ursula.
Los párrocos tiraron la puerta abajo y los ayudaron a preparar su escondite. Los Korn tuvieron que esconderse en la oscuridad y dormir sobre el piso. También Schivo hizo arreglos para que un cuidador lleve sopa a la familia Korn todas las noches.
En la víspera de Navidad de 1943 Beniamino les brindó alimentos y consuelo; para ello viajó nueve horas atravesando una Italia desgarrada por la guerra. Pasó la noche con ellos en su pequeño cubículo, al lado del horno donde las monjas horneaban su pan.
Al acercarse cada vez más la línea de defensa alemana, la villa se volvió muy peligrosa para los Korn. Entonces Ursula y Johanna se escondieron en el bosque, donde encontraron un grupo de partisanos.
El Papa ordenó a todas las residencias religiosas que reciban a los judíos que huían. Por medio de la Radio del Vaticano se transmitió este precepto papal: ”Aquél que hace diferencia entre los judíos y otros hombres es desleal a Dios y está en contradicción con las órdenes de Dios”.
Con la ayuda de las Embajadas de Suiza, Hungría, Rumania y Francia en Roma y con el apoyo de oficiales de la policía italiana, los curas les dieron documentos con identificaciones falsas. Por estas acciones de nobleza, muchos de ellos sufrieron torturas, golpes y debieron cumplir condenas en prisión.
En 1943 llegó el fin de 20 años de fascismo, Mussolini fue derrocado. El 1º de Septiembre el gobierno italiano informó a los Aliados que había aceptado un armisticio.
Durante ese tiempo, las Fuerzas Aliadas bombardearon intensamente el pueblo, entonces Ursula y su familia buscaron asilo en el Convento del Sagrado Corazón. Schivo los llevó a su seminario, el cual habían convertido en hospital. Finalmente, en 1944 los británicos liberaron el pueblo.
A pesar de que lo buscaban los alemanes y sabiendo que, de haberlas encontrado lo hubieran matado sin dudarlo, el Padre Schivo escondió a Johanna y a Ursula en su seminario cuando los alemanes inspeccionaron los conventos.
La cantidad de heridos le demandaban mucho tiempo, sin embargo el Padre Schivo visitó a las mujeres todas las noches. Paul Korn se reunió con su esposa y su hija, cuando los Aliados tomaron el mando de su unidad de partisanos. Ursula permaneció en Citta di Castello hasta 1950, cuando ella y sus padres inmigraron a los Estados Unidos de América.
Ursula se mantuvo en contacto con su salvador y en 1980 lo nominó para el reconocimiento como ”Justo entre las Naciones”. Beniamino recibió el premio del Instituto Yad Vashem en 1986.
Ursula opinó sobre Schivo: ”Nunca conocí un hombre más maravilloso, compasivo o valiente en mi vida; su humildad no le permite sentir que al salvarnos hizo algo especial, él dice que es su deber el ayudar a quienes sufren”.
”Mi amistad con Monseñor Schivo durará mientras dure mi vida”.
A fines de 2001, 295 italianos, incluyendo familias enteras, fueron nombrados ”Justos entre las Naciones” en el Instituto Yad Vashem en Jerusalem.
Traduccion: Florencia Gersberg