1945 – 8 de mayo – 2005
¿Por qué el Holocausto debe seguir siendo objeto de estudio?
Según el Diccionario de la Real Academia Española Holocausto es una ”gran matanza de seres humanos”. En otra entrada se lee: ”Entre los israelitas especialmente, sacrificio en que se quemaba toda la víctima.”
Etimológicamente, la palabra holocausto viene del latín holocaustum y del griego holokaustos, que literalmente significa ”quemado por completo por el fuego”. En la actualidad, se la asocia casi exclusivamente con catástrofes y masacres de gran escala, más precisamente, con el genocidio. El genocidio contra el pueblo judío llevado a cabo por el régimen nazi antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
El Holocausto fue premeditado, eficiente, de gran escala y, sobre todo, una de las más crueles matanzas de que se tenga conocimiento en la historia. Sus víctimas: los judíos; pero también fueron presa de la furia genocida generalizada gitanos, homosexuales, pacientes psiquiátricos, discapacitados, activistas políticos, sindicalistas, delincuentes comunes y también cristianos.
El índice de muertos debido a la causa nazi en el mundo asciende a proporciones inimaginables, e incluso recientes investigaciones indican que el número todavía es mayor de lo que se creía (alrededor de 26 millones de víctimas).
Las torturas, vejaciones y asesinatos que se llevaron a la práctica sobre éstos y de los que se tiene conocimiento por testigos oculares, material de registro y sobrevivientes, son de público conocimiento y permanente referencia como ejemplos de salvajismo, barbarie y decadencia humana.
Para algunos (o muchos) de los lectores estos datos podrán resultar evidentes y, quizás, ya poco notables, insignificantes tanto por la lejanía de estos hechos como por la insistencia que los teóricos y pensadores de la segunda mitad del siglo han tenido en recordarnos lo aterrador de este período de la historia universal.
Sin embargo, ¿por qué conviene que el Holocausto siga siendo objeto de estudio de sociólogos, historiadores, comunicadores y público en general?
El pasado 30 de abril el diario La Nación de Buenos Aires publicó un artículo sobre un reciente estudio del Instituto Forschungsgruppe Wahlen en Alemania por medio del cual se puede concluir que la falta de elaboración de sentido sobre este terrible y atroz proceso histórico ya está dejando ver las consecuencias sobre las sociedades modernas.
El estudio demuestra que alrededor de la mitad de la población joven de Alemania no sabe qué es el Holocausto.
Si bien el 80 por ciento de la población puede responder al respecto, cuando menores de 24 años fueron encuestados sólo un 51,4 % supo contestar a la pregunta, a pesar de que ”la simple mención del campo de exterminio de Auschwitz o el asesinato de judíos” eran toleradas como respuestas correctas.
Este sondeo, cuyos resultados se dan a conocer precisamente para la fecha en que se conmemora el 60º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial y de la liberación de los campos de exterminio, nos obliga a volver a poner la historia sobre la mesa o, más bien, bajo la lupa.
Se trata de estudios que coinciden, además, con el desafortunado episodio protagonizado por el príncipe Harry, quien se presentó en una fiesta disfrazado con un traje en donde se lucía la esvástica nazi. Si bien el príncipe se disculpó, es un hecho que no debemos pasar por alto cuando nos disponemos a hablar de educación y cultura.
La estrategia que estos hechos exigen debe incluir necesariamente continuar investigando, difundiendo, analizando, debatiendo e intentando comprender los alcances de este fenómeno que, por más negro, oscuro e incalificable, no debe dejar de representar un elemento de permanente examen agudo y crítico sobre quiénes fuimos, quiénes somos y hacia dónde vamos mundialmente.
De lo contrario, en pocos años nos sorprenderá un segundo Holocausto: las víctimas serán nuestra historia y nuestra herencia; será un Holocausto cultural.
Victoria Bembibre es voluntaria de la FIRW