Les doy la bienvenida a nuestra embajada a todos ustedes. Hoy nos reúne una ocasión singular: el deseo de expresar nuestro homenaje al amor del ser humano. Desde hace años la Fundación Wallenberg realiza una gran obra para mostrar al mundo actitudes que atestigüen el bien que hay en el hombre, actitudes que con frecuencia se ponen de manifiesto en momentos difíciles de la historia, actitudes que sean testimonio y ejemplo para otros.
El bien que se transforma en acción exige del hombre mucho coraje y fuerza. Pero hay quienes demuestran que esto es posible. Una persona así es Raoul Wallenberg, cuyo nombre lleva esta Fundación. Una persona así fue Jan Karski, soldado de la resistencia, correo y enviado del Gobierno Polaco en el exilio, quien sacó de Polonia y llevó a los Estados Unidos documentación que probaba el exterminio sistemático de judíos por parte de los nazis. (Lamentablemente, no le creyeron a tiempo). Una persona así es Irena Sandler, quien poniendo en riesgo su vida y la de sus allegados luchó por la vida de otros; con profunda confianza en el bien que habita en el hombre ella dio testimonio del valor de la persona humana por sobre cualquier otro valor. Salvó a alrededor de dos mil quinientos niños judíos del ghetto de Varsovia, constituyéndose en símbolo de muchos otras personas -con frecuencia anónimas- que formaban parte de la ”cadena del bien”, una cadena de ayuda y solidaridad.
Estas personas realizaron esas acciones con plena consciencia del riesgo que corrían sus vidas, dado que Polonia era el único país de Europa donde la ayuda a los judíos era penada con la muerte de toda la familia del transgresor. . Fueron personas que no quisieron permanecer indiferentes, como Irena Sendler, directora de la sección de niños de la Organización de Ayuda a los Judíos ”Zegota” -única de este tipo en toda Europa y que contaba con el apoyo y financiación del gobierno polaco en el exilio. Recordemos que todos eran polacos, sin distinción de la fe que profesaban. Según palabras de la escritora Zofia Kossak-Szczucka -una de las fundadoras de la organización humanitaria-, quien protestaba activamente contra las acciones criminales de los nazis contra el pueblo judío: ”nuestra consciencia de ser cristianos nos llama a protestar. Quien no se una a esta protesta no es católico.”
Hoy hay que tener memoria y recordar estas actitudes, recordar lo que el mundo tiende a olvidar: que el bien no puede construirse a partir del odio y la prepotencia, se construye únicamente a partir del amor y que el mal puede ser vencido por el bien.
He aquí lo que dijo Irena Sendler hace poco tiempo en un encuentro con la juventud: ”ustedes son sabios y valientes, siembren el Bien. Los espera una esforzada tarea, porque el mundo necesita el bien. Los amo.”