Quincho en el Capitolio de Washington -con almuerzo incluido-, donde el Congreso norteamericano premió a un argentino, un hombre de negocios con aquilatada experiencia en estudios rabínicos y enseñanza de la Biblia, Baruj Tenembaum, titular de la Fundación Raoul Wallenberg. Por supuesto, la noticia pasó inadvertida en Buenos Aires (…) Pero, en este caso, interesa el tributo, no casualmente concedido por Tom Lantos, el demócrata que representa a su partido en la Comisión de Relaciones Exteriores. Este legislador, reelecto por California con la excepcionalidad de casi 80% de los votos, registra otro antecedente: es el único sobreviviente del Holocausto en el Congreso y justamente fue salvado por Wallenberg junto con otros 100 mil judíos en la Hungría ocupada por el nazismo.
«Usted ha ingresado en la historia de los Estados Unidos», señaló, emocionado, Lantos cuando entregaba un lujoso pergamino encuadernado en una carpeta de cuero azul con el sello en oro de la Cámara. La distinción no es común, el mismo premio ha sido entregado a Martin Luther King, el Dalai Lama, Robert Kennedy y el muralista mexicano Diego Rivera.
En rigor, del tributado Tenembaun se sabe que nació en la colonia judía de Santa Fe Las Palmeras, se especializó en la enseñanza y fue fundador de la Casa Argentina en Jerusalén, junto con Jorge Luis Borges y Raúl Soldi, entre otros. Eran tiempos de ecumenismo casi clandestino, donde rabinos y sacerdotes se reunían en sótanos para hablar sin presiones.
Luego, en 1997, creó la Fundación Wallenberg. En el almuerzo, con varios embajadores asistentes, lo más curioso fue el menú y no la comida: es que la carta del reservadísimo comedor es vigilada como si fuera material ultrasecreto -realizada en fino cuero de antílope africano, en color rojo y con un sello grabado en oro 24-, pues todos los visitantes se quieren llevar una como souvenir, según precisó Marlene, una elegante señora con 30 años en el Capitolio y casi en exclusividad dedicados a la custodia y recuento de los menús.