Un homenaje a dos heroicos diplomáticos de la Segunda Guerra Mundial.
ARISTIDES DE SOUSA MENDES, de PORTUGAL
LUIS MARTINS DE SOUSA DANTAS, de BRASIL
Un conmovedor evento tuvo lugar en la Iglesia Eslovena de San Cirilo, en Nueva York, el 7 de abril de 2024. El mismo fue organizado por el Sr. Joao Crisóstomo, Vicepresidente de la IRWF y fundador del Día de la Conciencia en homenaje al diplomático brasileño Luis Martins de Sousa Dantas y al diplomático portugués Aristides de Sousa Mendes, a quienes se les atribuye haber salvado muchas vidas inocentes durante el Holocausto mediante la distribución de visas en contra de órdenes explícitas de sus respectivos gobiernos.
Al evento asistieron más de 110 personas, en representación de 24 organizaciones diferentes. Entre ellos la Fundación Sousa Mendes de EE.UU., la Cámara de Comercio portuguesa de EE.UU., el Club de Leones, varias “Academias de Bacalhau”, escuelas, clubes y otras organizaciones, incluida la IRWF cuya presencia distinguió el Sr. Crisostomo en sus palabras.
Este evento se dividió en tres partes diferentes: Una Misa católica, celebrada por el Arzobispo Gabriele Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas. Después de esto, en la sala común hubo una recepción, donde el Sr. Crisóstomo presentó a la oradora principal, Ana Paula Zacarias, la embajadora de Portugal ante la ONU, quien entregó un mensaje del presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa. Sandra Mendonça Pires estuvo en representación del Embajador de Portugal en Washington; También intervinieron el Embajador Norberto Moretti de Brasil y Paulo Pereira, alcalde de la ciudad de Mineola, quienes pronunciaron conmovedoras palabras sobre el evento, apoyando al
Sr. Crisostomo en sus palabras anteriores de que el evento significaba no sólo recordar el ejemplo de los dos humanitarios homenajeados, sino especialmente convencer a todos de la necesidad de tener hoy el coraje de hacer lo que hay que hacer.
La tercera parte del evento fue la proyección de la película “O Cónsul de Bordéus”, una historia de ficción basada en hechos reales y en la vida de Aristide de Sousa Mendes. Su éxito se hizo evidente por la cantidad de personas que al final de la película no pudieron ocultar sus emociones o fueron vistas tratando de reprimir las lágrimas obstinadas.
Cuando esta película se estaba rodando y era necesaria más financiación, el señor Crisostomo y la IRWF, como se reconoce al final de la película, pudieron ayudar encontrando en Nueva York la ayuda financiera que hizo posible terminar la película.