En 1966, el escritor argentino y el ex Primer Ministro israelí comenzaron un intercambio epistolar que tres años después se convirtió en un encuentro en Buenos Aires. «Más allá de los azares de la sangre, todos somos griegos y hebreos», le había dicho el autor de «El Aleph» al político.
La visita de Benjamin Netanyahu fue la primera que realizó a la Argentina un primer ministro israelí en funciones. Pero tiene un antecedente por demás notable: la visita que realizó David Ben Gurión, quien ejerció el cargo de Primer Ministro de Israel entre 1948 y 1954, y luego nuevamente entre 1955 y 1963. Ben Gurión vino a Buenos Aires en 1969, y su viaje tuvo un objetivo no oficial y por demás curioso: dictar un seminario sobre el filósofo Baruch Spinoza junto a Jorge Luis Borges. La relación entre Jorge Luis Borges y Ben Gurión había comenzado hacía ya algunos años, a través de un intercambio epistolar. Afortunadamente esas cartas, hasta hoy inéditas, se conservan en el archivo del Instituto Ben Gurión en Israel. El 16 de octubre de 1966, Borges, ya ciego, dicta estas líneas:
Sr. David Ben Gurión
De mi alta estima,
Las vicisitudes del hombre son incalculables y muchas; yo no querría que estas me impidieran decirle –siquiera por escrito- la larga admiración que su obra múltiple ha inspirado en mí. Acaso usted no ignore la afinidad que siempre he sentido por su admirable pueblo.
Más abajo, Borges afirma haber estudiado en profundidad la filosofía de Spinoza y haber intentado descifrar, mediante las obras de Martin Buber y de Gershom Sholem, «el orbe insondable de la cábala». Y termina su carta afirmando: «Creo asimismo que más allá de los azares de la sangre, todos somos griegos y hebreos». La misiva de Borges fue recibida en Israel y traducida diligentemente al hebreo; Ben Gurión la leyó y escribió inmediatamente una respuesta también en hebreo, que fue luego traducida al español:
Al distinguido Señor Jorge Luis Borges.
Le agradezco profundamente su carta. De la Embajada de Israel en Buenos Aires oyí mucho sovre su personalidad, sus magníficas obras, y su actitud hacia Israel y su herencia espiritual. De su carta veo que, por lo menos, en un detalle, me parezco a usted: en la admiración a Grecia y la sabiduría judía. Sería para mí un gran placer, si usted podría visitar nuestro país, y encontrarnos en mi hogar, en el Kibutz Sde-Boker en el Neguev. Con mucho aprecio, sinceramente, David Ben Gurión.
(Nota: la grafía de «oyí» y «sovre» no se debe a errores, sino que responde a la gramática y la ortografía del judeoespañol, una indicación de que esta carta fue traducida del hebreo al castellano por alguien del entorno de Ben Gurión que usaba ese dialecto sefaradí —seguramente Yitzhak Navon—.)
Además de ser considerado el padre fundador del moderno estado israelí, David Ben Gurión fue un gran políglota y un hombre sumamente erudito. Su biblioteca personal se conserva hasta hoy día: consta de 20.000 libros, escritos en inglés, hebreo, latín, turco, francés, alemán, ruso y griego antiguo; la mayoría de ellos sobre temas tales como historia, culturas y religiones (entre estos, varias biblias). El gran escritor argentino y el premier israelí tenían —como es evidente— muchos intereses en común.
Borges aceptó gustoso la invitación de Ben Gurión y el gobierno israelí, y a comienzos de 1969, para citar sus propias palabras, «pasé diez días emocionantes en Tel Aviv y Jerusalén». A su regreso, afirmó que venía de visitar «la más vieja y al mismo tiempo la más joven de las naciones». Seis meses más tarde, es decir a comienzos de junio de ese mismo año, Ben Gurión devolvió la cortesía de Borges y visitó Buenos Aires por única vez y por pocos días. Durante su estadía, Ben Gurión estuvo acompañado por las autoridades de Casa Argentina en Israel, entre ellosBaruch Tenembaum. La relación de Jorge Luis Borges con Israel continuó; en 1971 viajó a recibir el Premio Jerusalén, otorgado por la municipalidad de esa ciudad. Ese premio, afirmó Borges, tenía para él un significado íntimo, porque «siempre me he sentido ligado a Israel, desde la infancia». En una entrevista, Borges afirma: «Creo que mi pasión por Israel procede de mi abuela inglesa. Ella era protestante, lo cual quiere decir que era lectora de la Biblia […] Es decir que yo me he criado un poco en un ambiente bíblico, que es decir en un ambiente judío».
Este vínculo entre Borges e Israel duró toda su vida y quedó plasmado en numerosos poemas, cuentos y ensayos; los interesados pueden consultar el volumen Borges: el judaísmo e Israel, publicado por el Centro de Difusión e Investigación de la Cultura Sefaradí (CIDICSEF), que documenta abundante y detalladamente esa relación. Basten aquí a modo de ejemplo y clarificación las siguientes afirmaciones. Cuando el periodista Oved Sverdlik le preguntó a Borges acerca de la presencia del tema judío en su obra, el autor de Ficciones contestó: «Quizás eso provenga de haber descubierto, entre mis antepasados, nombres como Acevedo o Pinedo, que como usted seguramente no ignora eran familias judeoespañolas que se encontraron entre los primeros habitantes de Buenos Aires. Pero incluso, aunque este hecho no existiera, yo quiero reiterar lo que ya dije en varias oportunidades: es imposible imaginarse la civilización occidental sin los judíos y sin los griegos». Una afirmación que expande la misma idea presente en su misiva a Ben Gurión y que estaba ya presente en un ensayo que Borges escribió en 1934: «Si pertenecemos a la civilización occidental, entonces todos nosotros, a pesar de las muchas aventuras de la sangre, somos griegos y judíos».