La Fundación Raoul Wallenberg reconoce el gesto del arzobispo de Palermo
El proximo jueves 29 de junio, se llevara a cabo en el palacio arzobispal de Palermo la entrega de la medalla Raoul Wallenberg al arzobispo de la capital siciliana, monseñor Corrado Lorefice.
A principios de este año, precisamente el 12 de enero de 2017, monseñor Lorefice anunció la cesión del Oratorio de Santa María del Sábado a la comunidad judía local con el fin de volver a instaurar en ese edificio la antigua Sinagoga de Palermo.
La fecha del anuncio no fue casual: 524 años antes, el 12 de enero de 1493, se cumplía el plazo dictado por el rey católico Fernando de Aragón, esposo de Isabel de Castilla, para que los judíos abandonaran Sicilia.
En ese marco, la Iglesia de Palermo confiscó la Gran Sinagoga de dicha ciudad y erigió, sobre sus ruinas, la iglesia de San Nicolás de Tolentino y el Oratorio de Santa Maria del Sábado.
La cesión gratuita (commodato d’uso) se gestionó ante la UCEI (Union de Comunidades Judías de Italia), representantes locales, entre quienes se encontraba Evelyne Aouate, presidenta del Instituto Siciliano de Estudios Judíos, y el emisario de la ONG Shavei Israel, el rabino Pinjas Pierpaolo Punturello.
En una declaración, el presidente de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, Eduardo Eurnekian, destaca los motivos de la distinción: “La Fundación Wallenberg se concentra en reconocer a los salvadores; no sólo a aquéllos que hayan salvado vidas humanas sino también a quienes, abrazando un fuerte compromiso con la memoria, han salvado símbolos de un patrimonio cultural y religioso. En este ultimo grupo se encuentra el arzobispo Corrado Lorefice, quien en un acto de justicia fraternal, después de 524 años, tomó la noble resolución de facilitar la reconstrucción de la sinagoga de Palermo. Hacia el va nuestro reconocimiento y agradecimiento”.
Es la primera vez que la Fundación Wallenberg otorga tan alta distinción a un representante de la Iglesia Católica.
Cabe señalar que uno de los programas más destacados de la Fundación Wallenberg, “Casas de Vida”, presenta un fuerte matiz de diálogo interreligioso.
Esta iniciativa, lanzada en 2014, busca identificar y reconocer, mediante placas conmemorativas, aquellos sitios en Europa que hayan brindado refugio a las víctimas del nazismo, en su mayoría niños dejados por sus padres antes de que éstos fueran deportados a los campos de exterminio.
En menos de 3 años, desde su institución, ya se han reseñado más de quinientas “Casas de Vida” en Italia, Francia, Bélgica, Polonia, Hungría, Holanda, Dinamarca y Grecia.
Entre estas “Casas de Vida”, la proporción de iglesias, monasterios, conventos y escuelas religiosas pertenecientes a la Iglesia Católica, es preponderante.