El 23 de marzo de 2016, durante su visita a la Argentina, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, se acercó a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires y conoció el Mural Conmemorativo de las Víctimas del Holocausto, monumento histórico sin antecedentes donado por la Fundación Raoul Wallenberg.
El Mural recuerda a los asesinados en la Shoá, así como en los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA. Su existencia constituye un ejemplo de convivencia en un mundo necesitado de gestos concretos de entendimiento y respeto por las diferencias.
Se trata de una obra de arte sin precedentes en la historia de las relaciones judeo-cristianas. Fue inaugurado por el Cardenal Antonio Quarracino el 14 de abril de 1997 y se preservó gracias a la determinación del Cardenal Jorge Bergoglio, actual Papa Francisco, uno de los primeros miembros de la Fundación Raoul Wallenberg, ONG educativa global presidida por Eduardo Eurnekian.
Sus dimensiones son de 1,80 de largo por 1,20 mts. de ancho. Está compuesto por dos paneles de vidrio entre los cuales se sitúan hojas de libros de rezo rescatadas de las ruinas de los campos de concentración de Treblinka y Auschwitz, así como del Gueto de Varsovia.
Emplazado primeramente en la capilla de Santa Teresa de Jesús fue trasladado a la capilla de la Virgen de Luján por expreso pedido póstumo de Quarracino. El 26 de diciembre de 1997 el purpurado le escribía a Baruj Tenembaum, creador de la Fundación Wallenberg: «Pronto se cumplirá el primer aniversario desde el descubrimiento de este digno Monumento ante el que he pedido se invite a los judíos que así lo deseen a cubrirse la cabeza.»… «El lugar definitivo del Mural estará ligado al descanso que aguardo dentro de la Catedral para continuar pregonando la fraternidad como lo he hecho toda la vida.»
En abril de 1998 el Primado de la Argentina y Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, miembro fundador de la Fundación Raoul Wallenberg, ofició una misa en memoria del Cardenal Quarracino (8 de agosto de 1923 – 28 de febrero de 1998) junto al Mural. Así, el entonces Cardenal Bergoglio rindió tributo a los millones de asesinados por el nazismo junto a un memorial sin precedentes en la historia de las relaciones judeo-cristianas. En una carta póstuma el Cardenal Quarracino manifestó su deseo de que una vez dentro de la Catedral Metropolitana, «se invite a los judíos que así lo deseen a cubrirse la cabeza».