En la provincia de Cuneo sale a la luz la historia de aquellos que escondieron y protegieron a judíos de la persecución nazi.
El próximo miércoles, en Valdieri, en la provincia de Cuneo, recibirá la Medalla de «Justo entre las Naciones» a la memoria de Don Antonio Borsotto, sacerdote que, en 1943, salvó de la persecución nazi a una familia judía compuesta por cinco integrantes. Recibirá el premio de manos de Sara Gilad, la Embajadora de Israel en Roma, la familia de Don Antonio, que murió en 1980, entre ellos sus bisnietos, Odilio Piera y Daniela.
El proceso para el reconocimiento de Don Borsotto como Justo comenzó en Yad Vashem en 2012. Don Luca Lanave, dijo que el sacerdote salvó a la familia Sharon, compuesta por la madre, el padre y sus tres hijos, a quienes ocultó durante meses en la hermandad de Andonno.
Lo de Don Borsotto no fue un caso aislado.
En un artículo publicado en «La Kehilla», bimestral judío de Turín, el profesor Guido Neppi Modona, ex magistrado y vicepresidente del Tribunal Constitucional, relata que en la provincia de Cuneo ocurrieron acontecimientos que «pueden ser evaluados bajo el doble aspecto de la persecución y de la salvación, es decir, desde los dos extremos que se resumen en la banalidad del mal y la banalidad del bien».
Después del 8 de septiembre de 1943, junto con 131 residentes judíos llegaron judíos a Cuneo que huían de otras partes de Italia, Francia y Yugoslavia ocupada por las tropas nazis. De estos cientos de judíos, 423 fueron deportados y murieron en los campos de exterminio.
Con respecto al número de deportados en los campos, Cuneo es la tercera provincia italiana, después de Roma y Trieste, pero – escribió el profesor -. «Mucho más numerosos fueron los salvados, escondidos o camuflados hasta la Liberación»
¿Dónde hallaban la salvación? Neppi Modona responde: «En los conventos, como pasó con los niños y las mujeres de mi familia; en las parroquias, a veces disfrazados con túnicas; en hospitales, sanatorios, clínicas y casas de salud privadas, especialmente psiquiátricas; y la mayoría en cabañas en las montañas y caseríos dispersos en el campo, ocultos por los aldeanos y agricultores «.
Según el profesor, esta gran parcela de heroísmo individual, esta larga cadena de solidaridad y compasión humana no cayó en el olvido, sino que fue analíticamente documentada por iniciativa del Instituto Histórico de la Resistencia en Cuneo y el Centro de Documentación Judía Contemporánea de Milan. Todo ha sido supervisado por dos historiadores: Adriana Muncinelli y Alberto Cavaglian.
Muncinelli, autora del libro “Even. Pietruzza della memoria Ebrei 1938-1945” ha trazado la historia de los judíos de la Provincia, documentando rigurosamente, la pasión civil y la compasión humana de los que sobrevivieron y de los que fueron deportados a los campos de exterminio, de los que fueron salvados así como los que, por desgracia, han sido traicionados y vendidos a los fascistas nazis.
Alberto Cavaglion, autor del volumen “Nella notte straniera, Gli ebrei di St. Martin-Vesubie 8 settembre – 21 novembre 1943”, ha reconstruido la historia de alrededor de mil judíos provenientes de Polonia, Austria, Hungría, Rumania, Bélgica, y Francia ocupada por los nazis y concentrada en St. Martin-Vesubie bajo la protección del ejército italiano quien en ese entonces ocupaba ese área de las regiones del sur de Francia, cerca de la frontera con Italia.
De ellos, al menos 250 fueron salvados por las familias de agricultores y aldeanos que los acogieron en los valles de Gesso, Stura y Vermegnana gracias a – escribe Neppi Modona – «un trabajo brillante, incansable, y diría milagroso, de Don Raimondo Viale, párroco de Borgo San Dalmazzo, también recordado en un libro-entrevista de Nuto Revelli (Il prete giusto, Torino, Einaudi, 1998 ndr)”
Según el profesor, » Había en esos valles casas aisladas que no tenían en su familia a judíos que ocultar, alimentar y salvar; y los judíos fueron apenas camuflados, el origen extranjero, el idioma, los hábitos, las costumbres».
Don Raimondo Viale era parte de una red de asistencia muy eficiente: todos los judíos escondidos por él se salvaron. Y en 1980 fue reconocido como «Justo entre las Naciones».
Con respecto a los acontecimientos en los que se vio involucrado don Borsotto, Adriana Muncinelli transcribe en su libro el testimonio de un judío refugiado de St. Martin-Vesubie, refugiado con su familia en Valdieri en Valle Gesso.
«Fue justo antes de la medianoche en la víspera de Navidad – dice – Estábamos sentados en un pozo de silencio… cuando oímos a alguien llamar a la puerta… Abrí la puerta apenas un poco: delante de mí había una anciana arrugada, envuelta en un chal. Me dio un paquete de queso y me susurró con voz ronca “¡Feliz Navidad!”… Unos minutos más tarde volvieron a tocar la puerta… Esta vez un hombre me entregó una canasta de leña y me deseó «¡Feliz Navidad! ‘
«Luego – aún recuerda el sobreviviente -… Pasó otra señora y nos trajo pan. La gente del país siguió llegando durante la noche trayendo donaciones de alimentos, ropa y leña. Los pobres, nos daban una parte de lo poco que tenían. Estábamos abrumados. ¿Qué había llevado a toda esta gente a compartir todo esto con nosotros que éramos de otro país, de otra religión, y extraños en medio de ellos? «.
«A la mañana siguiente, cuando me encontré con Giacomo, le conté lo que había sucedido esa noche … Él puso su mano sobre mi hombro con una cálida sonrisa: En la iglesia anoche Don Borsotto contó la historia del nacimiento de nuestro Señor y los regalos traídos por los Reyes Magos … Entonces él dijo: al igual que nuestro Señor, que no podía encontrar alojamiento y nació en un pesebre, solo y rechazado, así están los judíos de hoy, solos y rechazados, viven en pesebres y cosas peores. Tenemos dos familias judías entre nosotros esta Navidad que están solos, tienen hambre, fueron expulsados de sus hogares, y perseguidos por el solo hecho de ser judíos. Entonces don Borsotto nos dijo que en este momento podríamos nosotros ser y hacer como los Reyes Magos y traer regalos a las familias judías”.
Neppi Modona concluye su artículo recordando que en 1944 la familia del autor de la historia, fue conducida por sus anfitriones, escondida en un carro bajo un montón de hojas, a la estación de tren más cercana, desde donde, portando perfectos documentos falsos, lograron llegar a Roma y aguardar por la Liberación.