Monseñor Loris Francesco Capovilla fue el Secretario Personal del Papa Juan XXIII y una de las personas más allegadas a dicho pontífice.
El Monseñor Capovilla, Arzobispo de Mesembria, de 97 años, envío una carta a la Fundación Wallenberg donde se excusa de no poder participar de la Conferencia Roncalli, que tuvo lugar el lunes 29 de abril de 2013, y por medio de los Sres. Eurnekian y Tenembaum, envía su fraternal saludo a los organizadores y participantes de este importante evento.
Capovilla agradece a la Fundación Raoul Wallenberg por la distinción que le será otorgada por dicha institución en reconocimiento a “su contribución, por más de medio siglo, para mantener viva la memoria de Juan XXIII“.
Capovilla también destaca el hecho que es uno de los miembros honorarios del Comité Internacional Angelo Roncalli, fundado por la FIRW, y se siente emocionado por el hecho de que Jorge Mario Bergoglio – el Papa Francisco – también es miembro honorario de dicha institución.
Capovilla destaca que “Las similitudes entre Bergoglio y su Roncalli son lo suficientemente numerosas como para impulsarlo a decir que “el Papa Juan XXIII ha retornado.”
El anciano arzobispo culmina su carta diciendo: “Os agradezco nuevamente. No podré estar con ustedes en persona pero mi corazón late con el vuestro en memoria de nuestro incomparable héroe, Raoul Wallenberg. Abrazo a todos vosotros y os bendigo“.
Eduardo Eurnekian expresó la profunda emoción que le provocó la lectura de esta carta: “Las palabras del Monseñor Capovilla, uno de los más estrechos colaboradores del Papa Juan XXII, nos conmueven y nos estimulan a seguir con nuestra sagrada misión de reconocer y agradecer a aquellos héroes, como Wallenberg y Roncalli, que con sus acciones, nos enseñaron el significado de la palabra solidaridad.”
Texto de la carta:
Querido y noble señor Tenembaum, fundador de la Fundación Raoul Wallenberg, y querido colegas, amigos y participantes en la reunión del lunes 29 de abril en Jerusalén dedicada al Papa Juan XXIII.
Saludo a ustedes con respeto y estima, por la emoción inefable que el drama del Holocausto evoca; drama con el cual la humanidad debe lidiar para llegar a las fronteras de una civilización del amor.
Gracias por el honor que me confiere, motivado, como usted indica, por mi contribución de más de medio siglo dedicado a mantener viva la memoria de Juan XXIII. No merezco tanto.
Su amabilidad ha superado con creces mi dedicación a la verdad, la justicia y la solidaridad.
Tuve el honor de vivir junto a Juan XXIII, hombre sabio y virtuoso que fue dócil a la inspiraciones del Todopoderoso. François Mauriac escribió de él: “Este Papa fue humilde. El Espíritu no encontró en él obstáculos y es por eso que su papado duró sólo unos pocos años, porque abriría una grieta en la gracia que duraría por siglos. A través de esa grieta el Espíritu pasará sin que nada pueda detenerlo. Fue el Papa de la esperanza, ¡y qué esperanza! Por supuesto, siempre creímos que un día habría en la tierra un rebaño y un solo pastor, pero solo al final del tiempo. Ahora sabemos que esta realidad está en camino y que el viaje durará miles de años. Pero ha comenzado.” (Testimonianze, VI-VII. 1963). Además, gracias a él toda la familia humana, bajo la mirada de Dios, será unida, justa y generosa.
Estoy muy satisfecho porque desde hace muchos años ustedes me han recibido entre los miembros honorarios del Comité Internacional Angelo Roncalli. Con grata sorpresa encuentro entre nombres famosos el de Jorge Mario Bergoglio, desde el 13 de marzo sucesor del Apóstol Pedro bajo el nombre de Francisco. Las similitudes entre él y su predecesor Juan son lo suficientemente numerosas como para llevarme a decir en varias ocasiones: el Papa Juan ha regresado.
Queridos amigos. Con el nombre del Papa Roncalli ustedes han creado una fundación que rinde tributo a sus acciones durante los años cruciales de la persecución Nazi, en su capacidad de representante papal en Turquía (1935-1944). Allí, él hizo un compromiso con el servicio alojando a judíos perseguidos en una tierra hospitalaria, un episodio por el cual el gran rabino de Jerusalén viajó a Estambul para rendir homenaje a “Monseñor Delegado”. En efecto, de acuerdo a las crónicas de la época, un barco que transportaba muchos niños y adultos judíos fue conducido a un puerto seguro gracias a la intervención directa del Delegado Apostólico, evitando así una muerte casi segura en uno de los campos de exterminio del nazismo.
El 17 de octubre 1962 el Papa Juan XXIII recibió en audiencia en el Vaticano a 130 personas de la United Jewish Appeal: Jewish Study Mission (EE.UU.). El rabino Herbert Friedman, después de agradecer a la Santa Sede por lo hecho en favor de los judíos, declaró: “… En una Europa que permanecía casi completamente en silencio, ustedes protestaron contra la inhumanidad del antisemitismo, desplegando acciones para salvar vidas humanas.” (Israele, la terra del latte e del miele. Vincere la Pace. Litografia Orobica. Bergamo 1994).
Agradezco a ustedes nuevamente. No estaré en Jerusalén en persona pero mi corazón late con el vuestro en la memoria del héroe incomparable Raoul Wallenberg. Los abrazo y los bendigo a todos.
Afectuosamente,
+ Loris Francesco Capovilla
Arzobispo de Mesembria
Título de Angelo Giuseppe Roncalli (1934-1953)