Un nuevo libro revela que Argentina fue el único país que no rescató a sus ciudadanos judíos de la masacre nazi. El embajador en Berlín, Luis Irigoyen, repudió a sus compatriotas.
Sigue levantando polvareda el papel de los gobiernos argentinos -desde los que siguieron al derrocamiento de Hipólito Yrigoyen, en especial los de Roberto Ortiz, Ramón Castillo y Edelmiro Farrell, hasta el de Juan Domingo Perón- por su relación con el nazismo. Ahora un nuevo libro del periodista Uki Goñi, La verdadera organización Odessa, pone sobre el tapete el papel del diplomático argentino Luis Irigoyen, secretario de la embajada argentina en Berlín, a quien las autoridades del Tercer Reich le insistieron para que se repatriaran a Buenos Aires unos cien judíos argentinos que de otra manera terminarían en campos de concentración. Goñi sostiene que Irigoyen se negó y que aquellos judíos argentinos fueron transportados al campo de aniquilación de Bergen-Belsen, donde fueron asesinados. A raíz de la investigación de Goñi, integrantes de la Fundación Raoul Wallenberg, un diplomático sueco que sí salvó a judíos en peligro, cuestionaron que Irigoyen figure en una lista oficial de la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la Argentina (Ceana) como un diplomático salvador (ver aparte).
El nuevo libro de Goñi insiste en la hipótesis que desarrolló en su obra anterior, Perón y los alemanes, y que establece que efectivamente había contactos entre los hombres del fundador del movimiento justicialista y la inteligencia alemana, básicamente a partir de División Informaciones de la Casa Rosada. Ese organismo fue después clave para la llegada a la Argentina de varios ex jerarcas nazis. La nueva publicación de Goñi, que fue presentada ya en Londres y Nueva York, y se lanzará en Buenos Aires dentro de pocas semanas, va por el mismo camino. Cuando se refiere a la verdadera Odessa -la organización nazi para sacar a los jerarcas de Alemania y esconderlos en otros países- apunta a que dentro de los ministerios de Relaciones Exteriores e Interior y en especial en Migraciones había un aparato pronazi que jugó el papel clave en el escape de los criminales de guerra hacia la Argentina.
Coincidiendo con un nuevo aniversario de la Noche de los Cristales Rotos -la feroz ofensiva de los grupos nazis contra los negocios y domicilios de los judíos ocurrida en toda Alemania el 9 de noviembre de 1938-, integrantes de la Fundación Raoul Wallenberg hicieron pública una carta en la que reclaman que la Ceana aclare la situación y saque a Irigoyen de la lista de diplomáticos que salvaron vidas judías. La Ceana, un organismo de la Cancillería creado en tiempos del menemismo, que pervivió a la administración De la Rúa y que subsiste en la de Eduardo Duhalde, tuvo y tiene como objetivos estudiar la relación de los gobiernos argentinos, en especial el de Perón, con el Tercer Reich. Su responsable, el historiador Ignacio Klich, siempre sostuvo que se ha exagerado mucho en ese terreno de la vinculación Perón-Tercer Reich, aunque la Ceana advirtió la existencia de una marcada influencia alemana en Migraciones. Un detallado estudio puesto en marcha por la DAIA, con el nombre de Proyecto Testimonios, permitió a la investigadora Beatriz Gurevich dar con archivos de la Cancillería en los que se encontraron los primeros documentos contundentes sobre la ayuda que se les brindó a jerarcas nazis para venir a la Argentina.
Ahora, la Fundación Wallemberg, que reivindica a los diplomáticos que salvaron vidas judías, pide que se revise la decisión de la Ceana de incluir a Irigoyen entre los doce diplomáticos que tuvieron una actuación digna durante el Tercer Reich. El nombre de Irigoyen figuró en una lista de la exhibición ”Visas para la Vida” que se presentó en la última Feria del Libro. En concreto, lo que se señala es que los propios nazis querían evitar matar a los judíos argentinos para no entrar en conflicto con el gobierno de Buenos Aires. Pero la actitud de Irigoyen y otros colegas suyos habría llevado a esos cien argentinos a las cámaras de gas.
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