Durante la segunda semana de octubre de 2010 tuve la oportunidad de enriquecer mi agenda de viaje a Paris gracias a los contactos que me facilitó la Fundación Wallenberg en el marco del programa educativo «Wallenberg en la Escuela».
El doctor Samuel Pisar, tal como lo describe en su libro “La sangre de la esperanza”, luchó por liberarse no sólo de los Campos, sino también del programa de destrucción del ser judío ideado por Hitler, A la primera liberación, le sigue la segunda liberación: la lucha por recuperar los sentimientos, la confianza en el ser humano y la construcción de una vida creativa. Sostiene una fuerte convicción respecto a la transmisión de las experiencias de la guerra y de los Campos: el mensaje tiene que incluir la Esperanza. A la nueva generación, no podemos presentarle sólo el aspecto traumático, es necesario también mostrar la salida creativa y la confianza en la reconstrucción.
Es conmovedor escucharlo decir que dos voces habitan en él: la del adolescente rapado, esquelético y hambriento y la del hombre exitoso, padre y esposo feliz.
En otro de mis encuentros, Louise Dardel, sobrina de Raoul Wallenberg, terapeuta en la actualidad, relató su búsqueda personal para presentar a los jóvenes de hoy una versión humana y actual -no sólo heroica- de su tío. Hubo un fructífero intercambio de opiniones sobre la importancia de movilizar a la nueva generación, promoviendo acciones y gestos basados en el amor, ayudando a jóvenes y adultos a encontrar su misión en la vida.
En mi visita a la Alliance Israélite Universelle (AIU) tuve oportunidad de conocer una organización que promueve una educación basada tanto en los derechos del hombre promulgados desde la Revolución Francesa -libertad, fraternidad e igualdad- como en la transmisión de un pensamiento judío, abierto y tolerante.
Con motivo del festejo de sus 150 años, delegaciones de Israel, Canadá, Estados Unidos y Marruecos, países adónde la AIU sostiene su programa educativo, participaron de visitas a escuelas, exposiciones y organizaciones, culminando en un evento en la UNESCO. En todos los discursos pronunciados se insistió sobre la importancia del mensaje fundador: una educación sin distinción de credos ni de orígenes, al estilo de las escuelas de l´Alliance de Marruecos, en dónde niños musulmanes leen la Torah y niños judíos leen el Corán. La Argentina estuvo presente, como proyecto y como promesa.
Asimismo, la exposición “La Fondation Rothchild sous l´occupation” cuenta a través de imágenes, textos y documentos las dolorosas experiencias vividas en la Fundación a partir de las leyes antisemitas y la consecuente lucha por proteger y salvar vidas. En un panel especial se relata el drama de los deportados argentinos a Drancy.
Con Elizabeth Hernandez, quien trabaja en la Residencia para Ancianos de la Fundación, y David Szapiro, médico radiólogo de profesión, ambos comprometidos con la historia del Holocausto, intercambiamos ideas sobre las relaciones entre el régimen nazi y la dictadura militar en Argentina.
A su vez, Alain de Tolédo viene intentando desde hace tiempo conseguir que Yad Vashem otorgue el título de Justo entre las Naciones al cónsul de España en Paris durante la segunda guerra mundial, Bernardo Rolland, quien salvó a sus padres y a otros familiares.
Alain de Toledo se interesó mucho en el enfoque innovador de nuestro programa educativo que presenta la historia a través de Wallenberg: sus sentimientos, pensamientos y acciones como modelo ante la indiferencia y la impotencia.
Alain, además de su compromiso con la justicia, es un apasionado de la lengua judeo española, que los judíos españoles conservaron luego de la expulsión de 1492. Tiene el proyecto de crear un Centro Cultural.
Licenciada Diana Liniado
Programa Educativo “Wallenberg en la Escuela”