-
El Pueblo Suizo, el Holocausto
y la Prensa Suiza
El mundo admira a los grandes héroes
que rescataron judíos durante el Holocausto, como
lo son el alemán Oskar Schindler, el japonés
Chiune Sugihara, el sueco Raoul Wallenberg y el suizo
Carl Lutz, entre otros.
Cuando, en realidad, eran tiempos en
que los judíos deseaban que alguna nación
se involucre en ayudarlos. No solo personas individuales,
sino todos, o al menos gente de todo estrato social. Si
diéramos rienda suelta a nuestra más profunda
imaginación, podríamos imaginar un escenario
absurdo, que sería el siguiente:
Alguien trae los informes del Rabino
Haim Weissmandl a un país neutral, que los toma
tan seriamente al punto de que cada periódico (desde
el más grande y urbano de los diarios hasta el
más pequeño periódico barrial) causa
un boom y publica primeras planas atacando a Auschwitz,
la complicidad de los Nazis y los húngaros en la
muerte en crematorios de un promedio de doce mil personas
por día, trayendo consecuencias como las siguientes:
Deje volar aún más su
imaginación. Imagine a cada Pastor de cada Iglesia,
desde las más urbanas y pomposas hasta las de los
más humildes poblados, participar llevando a cabo
el mismo mensaje condenatorio, sermón tras sermón,
semana tras semana.
Como si esto no fuera suficiente, siga
soñando e imagínese un país ficticio
en el cual su entera población se encuentra tan
enervada y enojada que sale a las calles en protestas
masivas (recuerde que usted está imaginando cosas
que sólo pueden ser posibles después de
las protestas masivas de los años sesenta) en las
que miles de mujeres, trabajadores y estudiantes de varias
ciudades se manifiestan contra la indiferencia de su propio
Gobierno para con el destino de los judíos, (en
la lejana Hungría), donde simultáneamente
–en este país que sólo los judíos
podrían haber imaginado que exista- los mismos
teólogos que inspiraron la campaña con la
iglesia , ahora ponen el foco sobre sus más altos
jefes de Gobierno, demandando que se muevan y rescaten
a todos los que les sea posible.
Entonces finalice felizmente su sueño
con una escena que encuentra a ese Gobierno mítico
capitulando ante las demandas de su pueblo, poniéndose
en acción de salvataje, y logrando un espléndido
trabajo de rescate de decenas de miles de judíos.
Si su imaginación ha ido demasiado
lejos aún para usted mismo, entonces deténgase
y descubra para su deleite que esto y mucho más
no ha sido producto de la imaginación de nadie,
sino que es la verdad. Si, esto realmente sucedió.
No en Estados Unidos, o Gran Bretaña o Rusia, sino
en la pequeña Suiza.
Esto parece ficción, pero es
historia fielmente documentada en el libro 'The Man who
stopped the trains to Auschwitz: George Mantello. El Salvador
and Switzerland's finest Hour” por David Kranzler
(Syracuse University Press).
Todos los judíos que sobrevivieron
a la Guerra, deben sus vidas a los pocos héroes
y especialmente a todo el pueblo Suizo, merecedor de una
medalla en vez de una condena.
Las primeras planas realmente aparecieron
en más de 400 artículos en 120 periódicos
Suizos: “La verdadera cara del Régimen Húngaro”,
“Este campo de la muerte de Auschwitz!”, “La
gran tragedia Judía!”, “Una jornada
del Terror!”, “El exterminio de Judios-europeos,
Europa pagará por este crimen”, “Una
lluvia de indignación se alza en el corazón
de Europa”, “Por el bien de la Humanidad”,
“Asesinatos en masa de gente inocente”, “La
Tierra no ha visto nunca nada igual”, “Fabricas
para quemar humanos!”.
A propósito, el villano más
grande no fue un Suizo (como el Dr. Rothmund, responsable
por hacer regresar judíos a la frontera), sino
el Estadounidense Roswell McClelland, enviado por el Comité
de Refugiados de Guerra para facilitar rescates. Según
Kranzler, en vez de ayudar, sólo obstaculizó
los esfuerzos de rescate.
|