Quien no tiene coraje para
vivir como piensa, termina pensando cómo vive.
La inauguración
del nuevo milenio - "Terto milenio adveniente"-
fue colocada por su Santidad Juan Pablo II bajo
el signo del diálogo interreligioso, de acuerdo
a los lineamientos del Concilio Vaticano II, hito
religioso extraordinario que inspirara el Papa Juan
XXIII, Angelo Roncalli.
En palabras del Arzobispo de
Milán Cardenal Carlo María Martini,
"El jubileo debe incluir entre sus componentes
esenciales el redescubrimiento de la fraternidad
entre la Iglesia Católica y el Judaísmo,
en una perspectiva religiosa que incluye un acto
de "Teshuvá"- arrepentimiento-
en nombre de la Iglesia Católica. El camino
a esa fraternidad en el nombre del Santo Padre,
quien dedicó un amor especial hacia el Pueblo
Judío a la luz de la redención, comenzó
en el papado del Papa Juan XXIII".
Efectivamente, todo comenzó
entonces con Juan XXIII, el "Papa bueno",
que inauguró una nueva era en las relaciones
entre la Iglesia Católica y el Pueblo Judío,
una nueva época de comprensión y tolerancia
después de siglos de denigración,
prejuicio y persecución religiosa.
Las puertas del diálogo
interreligioso que comenzaran a abrirse entonces
por obra de Juan XXIII, han sido abiertas de par
en par durante el pontificado del Papa Juan Pablo
II, el Papa que suele dirigirse a los judíos
como "los hermanos mayores", que visitara
los campos de exterminio del nazismo en señal
de contricción y solidaridad con las víctimas
judías, que ascendiera en peregrinaje a la
Tierra Santa, en el Estado de Israel.
El enorme aporte del Papa Juan
Pablo II al diálogo entre la Iglesia Católica
y el Judaísmo le colocan en un lugar único
en la historia de las relaciones judeo-cristianas,
sus acciones llevan una clara señal de bendición
y hermandad.
Sin duda el Papa Juan Pablo II
ha encontrado inspiración para su camino
de apertura dialogal en la semilla de amor fraternal
hacia el Pueblo Judío que plantara el Papa
Juan XXIII. Todo comenzó entonces con Juan
XXIII.
Nosotros, en la Fundación
Internacional Raoul Wallenberg, sostenemos que el
verdadero comienzo del camino iniciado hacia el
reencuentro de la Iglesia Católica con el
Pueblo Judío es aún anterior al pontificado
de Juan XXIII; la semilla primera es posible encontrarla
ya en la acción humanitaria que desplegara
el delegado apostólico Monseñor Angelo
Roncalli en relación a los refugiados judíos
víctimas de la barbarie nazi.
La Fundación Wallenberg
viene llevando a cabo en los últimos años
una comprehensiva y vasta labor de investigación
histórica destinada a revelar la importante
labor humanitaria que llevara a cabo Monseñor
Roncalli durante la Segunda Guerra Mundial, acción
que permitió salvar miles- de vidas judías.
Nuestro objetivo es llevar a
conocimiento de la opinión pública
internacional los hechos altruístas y generosos
realizados por el delegado apostólico Roncalli-
mucho antes de ser consagrado Papa Juan XXIII.
Es así que coincidiendo
con la apertura del nuevo milenio hemos llevado
a cabo en Septiembre del año 2000 una ceremonia
en la Misión Permanente de Observación
del Vaticano ante las Naciones Unidas, en presencia
del Secretario de Estado Vaticano Cardenal Angel
Sodano, en cuyo transcurso hemos declarado abierta
la campaña internacional para el reconocimiento
de la acción humanitaria desplegada por el
Nuncio Vaticano Roncalli, luego Papa Juan XXIII.
A efectos de impulsar esta campaña
hemos creado un comité internacional integrado
por destacadas personalidades religiosas, diplomáticas,
académicas e intelectuales.
Angelo Roncalli nació
el 25 de Noviembre de 1881, uno de 13 hermanos en
la familia de Giovanni Roncalli, un campesino de
Sotto il Monte, un pequeño poblado cercano
a Bérgamo en Italia. En 1900 inicia estudios
teológicos en Roma pero un año después
de su ingreso al Seminario debe interrumpir los
mismos cuando es reclutado para cumplir el servicio
militar. Durante la Primera Guerra Mundial sirve
como capellán con el grado de subteniente.
En 1904 es ordenado sacerdote en Roma, a los 23
años de edad.
El primer paso en la carrera
eclesiástica del sacerdote Roncalli fue obra
de la casualidad. El Papa Pío X, sabiendo
que Roncalli era oriundo de un pueblo cercano a
Bérgamo le solicita que asista a la ceremonia
de consagración del nuevo obispo de la ciudad
Giácomo Radini-Tedeschi.
El Obispo Radini-Tedeschi, miembro
de la nobleza italiana y uno de los prelados más
progresistas de la Italia de entonces, queda muy
bien impresionado del joven sacerdote Roncalli y
le elige como secretario personal. Además
de la experiencia pública e institucional
que adquiere Roncalli en esas funciones, lleva a
cabo adicionalmente tareas docentes como profesor
de Teología en el Seminario Diocesano.
En 1914 fallece el obispo Radini
y su secretario Roncalli decide escribir la biografía
de su mentor, obra cuya copia envía al Papa
Benedicto XV, quien era amigo personal del obispo
fallecido.
Al finalizar la guerra el Papa
Benedicto XV se recuerda del biógrafo del
Obispo Radini-Tedeschi y convoca al Padre Roncalli
a Roma, designándole Director de la Oficina
de Atencion de las Misiones Extranjeras. Esa posición
permitió a Angelo Roncalli tomar contacto
con importantes figuras eclesiásticas en
el continente europeo, permitiéndole así
salir del anonimato.
El Papa Pío XI lleva a
Roncalli a la diplomacia vaticana, nombrándole
Visitante Apostólico ante Bulgaria en Marzo
de 1925. Como era usual en el protocolo vaticano,
el Visitante Apostólico designado es ordenado
Arzobispo.
El ahora Arzobispo Roncalli pasará
los próximos diez años en un delicado
puesto diplomático, donde debía procurar
los intereses de la pequeña comunidad católica
en un país predominantemente ortodoxo oriental.
El cargo siguiente en la carrera
diplomática de Roncalli fué de Delegado
Apostólico en Grecia y paralelamente, Jefe
de la Misión Diplomática Vaticana
en Turquía.
El Arzobispo Roncalli desempeñó
esos cargos durante los nueve años siguientes,
a partir de 1935 hasta 1944. Es durante esos años,
desde la sede de la Misión Vaticana en Estambul,
que tiene lugar la notable saga de acciones humanitarias
que lleva a cabo el Nuncio Roncalli en favor de
centenares de refugiados judíos que intentan
escapar del Nazismo.
Es precisamente esta etapa de
actuación diplomática, pastoral y
humanitaria del Arzobispo Roncalli en relación
a las víctimas judías del Holocausto-
muchas veces poco conocida por la opinión
pública- la que intenta rescatar, investigar
y difundir la Fundación Internacional Raoul
Wallenberg.
Desde nuestro punto de vista,
no es posible comprender plenamente el aporte teológico
del Papa Juan XXIII- exteriorizado en la convocatoria
del Concilio Vaticano II- sin entender las bases
existenciales y valorativas que guiaron al Nuncio
Roncalli en su actitud hacia el sufrimiento de las
víctimas judías durante el Holocausto.
Qué fué lo que
ocurrió durante aquellos años entre
1935 y 1944 cuando el Arzobispo Angelo Roncalli
se desempeñó como Delegado Apostólico
Vaticano ante Turquía?
Ocurrieron hechos extraordinarios,
iniciativas altruistas, intrigas diplomáticas,
esfuerzos denodados por salvar vidas humanas, actos
humanitarios desinteresados cuyo protagonista fue
el incansable Nuncio Vaticano Angelo Roncalli. En
forma muy sucinta trataré de relatar algunos
de esos acontecimientos.
Una de las situaciones más
insólitas en esos años cruciales fue
la ayuda que prestó el Arzobispo Roncalli
a refugiados judíos interesados en llegar
a Palestina, territorio que se encontraba entonces
bajo el mandato británico. Las autoridades
inglesas habían establecido cuotas de inmigración
muy reducidas que impedían prácticamente
la entrada de refugiados judíos a Palestina.
Ante esa situación, la Agencia Judía-
organismo del pueblo judío destinado al salvamento
de las víctimas del nazismo en Europa- intentaba
desesperadamente sacar refugiados judíos
de Europa para llevarlos a Palestina. El Arzobispo
Roncalli entendió la urgencia de esta tarea
emprendida por la Agencia Judía y no vaciló
en ofrecer su colaboración.
Christian Feldman, autor del
libro " Pope John XXIII" destaca que Roncalli
trabajó con organizaciones judías
de ayuda a los refugiados, con Haim Barlas de la
Agencia Judía para Palestina y luego con
el Gran Rabino de Jerusalem Isaac Herzog. El Nuncio
Roncalli transmitió sus requerimientos al
Vaticano, incluído el deseo de declarar en
voz alta que la ayuda de la Iglesia a judíos
amenazados debía ser visto como una divina
labor de merced... Roncalli aprovechó hasta
lo último sus propios recursos y encontró
la forma de salvar de los campos de exterminio judíos
eslovacos detenidos en Hungría o Bulgaria
firmando sus visas de tránsito hacia Palestina
(Pág. 61).
La colaboración del Nuncio
Roncalli con Haim Barlas delegado de la Agencia
Judía para Palestina es mencionada por John
Morley en relación a una petición
presentada por el Nuncio Vaticano Roncalli en enero
1943 al Secretario de Estado Vaticano solicitando
la intervención vaticana en favor de 5.000
judíos alemanes para quienes la Agencia Judía
tiene certificados de inmigración a Palestina
(Pág. 123).
El profesor Stanford Shaw en
su libro "Turkey and the Holocaust" consigna
que comenzando en el año 1943, Bader (se
refiere a Menahem Bader, secretario del comité
de rescate que actuó en Estambul bajo la
dirección de Haim Barlas) comenzó
a utilizar como correos privados para hacer llegar
correspondencia y dinero a personas que podían
moverse libremente en los territorios ocupados por
los nazis, especialmente comerciantes y diplomáticos
turcos y correos enviados por el Representante Papal
en Estambul Angelo Roncalli, luego Papa Juan XXIII.
La oficina de Estambul de la
Agencia Judía, mucho más que la oficina
de Ginebra, mandaba a menudo documentos requeridos
por judíos europeos para viajar o para lograr
ser exceptuados de persecución o deportación,
ya sean pasaportes o certificados de nacionalidad
expedidos por países neutrales, particularmente
de países de América del Sur y Centro
América. A veces esa documentación
era obtenida a cambio de sustanciales pagos a funcionarios
consulares corruptos, otras veces era obtenida en
forma gratuita de diplomáticos idealistas
que entendían cuán grande era el sufrimiento
judío. Muchos tuvieron su origen en sacerdotes
católicos estimulados a ayudar por los llamados
de Monseñor Roncalli en Estambul.
El Nuncio Roncalli no se limitó
a prestar ayuda a las víctimas judías
de la persecución nazi por intermedio de
organismos institucionales como la Agencia Judía
sino que también asistió en forma
directa y personal a refugiados judíos que
huían de la Europa ocupada por el Nazismo
vía Estambul hacia las costas de Palestina.
El historiador Hebblethwaite
alude a una entrevista que concedió Monseñor
Roncalli el 5 de septiembre de 1940 a un grupo de
refugiados judíos polacos quienes le informaron
acerca de lo que ocurría en Polonia ocupada
y a los cuales Roncalli ayudó a llegar a
Tierra Santa (en "An exchange of blessings,
Pope John XXIII and the Jews" , Common Ground,
1993).
También Christian Feldman,
autor del libro "Pope John XXIII" señala
: "En razón de residir en la neutral
Turquía, Roncalli podía hacer más
que otros por los judíos que estaban siendo
deportados de país en país. En septiembre
de 1940 un grupo de refugiados del ghetto de Varsovia
le trajeron las primeras informaciones acerca de
los campos de concentración y las masacres
llevadas a cabo por los Einsatzgruppen. Más
y más hombres y mujeres perseguidos deseaban
llegar a Palestina a través de los Balcanes,
donde las fuerzas británicas bloqueaban muchas
veces su camino" .
La acción humanitaria
de Monseñor Roncalli, llevada a cabo desde
Estambul, contribuyó a permitir a muchos
de esos refugiados judíos alcanzar Palestina
sin ser detenidos por las autoridades mandatorias
británicas.
Otra audaz iniciativa del Nuncio
Roncalli que permitió salvar la vida a centenares
de refugiados judíos perseguidos por el nazismo
fue a través del otorgamiento de certificados
de bautismo de conveniencia, los cuales fueron enviados
desde la Nunciatura en Estambul al Arzobispo Rotta
en Budapest.
Los certificados de bautismo
de conveniencia eran emitidos en blanco y distribuídos
entre sacerdotes católicos para ser llenados
con los datos de personas judías perseguidas
por el nazismo, en el entendimiento que esa documentación
sería usada para salvar las vidas de los
detentadores del respectivo certificado, personas
que una vez finalizada la guerra podrían
decidir si mantenían o no su nueva condición
religiosa o deseaban retomar la fe judía.
El delegado del gobierno americano
Ira Hirschman, titular del "War Refugee Board"
en Estambul relata en sus memorias, en el libro
"Caution to the winds" una conversación
que mantuviera con el Nuncio Roncalli acerca del
salvamento de judíos húngaros por
medio del otorgamiento de certificados de bautismo
de conveniencia a los refugiados. El relato de Hirschman
confirma en forma fehaciente la iniciativa desplegada
por el delegado vaticano para intentar salvar vidas
judías.
En palabras de Hirschmann :"Roncalli
escuchó atentamente mientrás yo describía
la lucha desesperada de los judíos de Hungría.
Cité las magras estadísticas a mi
disposición y los numerosos testimonios de
operativos encubiertos. En cada oportunidad en que
yo señalaba un punto saliente el asentía
con empatía. En determinado momento el acercó
su silla y preguntó en voz baja:" Tiene
Ud. gente en Hungría que esté dispuesta
a cooperar?" Luego de mi respuesta afirmativa,
dudó unos minutos antes de preguntar :"
Ud. cree que los judíos estarían dispuestos
a someterse voluntariamente a ceremonias de bautismo?"
La pregunta me tomó desprevenido y le respondí
que según mi impresión si eso podría
llegar a salvar sus vidas ellos estarían
dispuestos a hacerlo. El agregó:" Ya
sé lo que voy a hacer" . El agregó
que tenía razones para creer que algunos
certificados de bautismo ya habrían sido
otorgados por religiosas a judíos húngaros.
Los Nazís habían reconocido esos documentos
como credenciales y permitieron a sus detentadores
abandonar el país".
"Acordamos que nosotros
tomaríamos contacto con sus representantes
en Hungría y que yo me comunicaría
con nuestras conexiones encubiertas para organizar
el bautismo en gran escala de judíos, o por
lo menos que certificados fueran emitidos a mujeres
y niños. De ellos dependería luego
decidir si deseaban permanecer en la Iglesia o ir
por su camino . El acuerdo fue alcanzado en pocos
minutos. Era claro para mí que Roncalli había
considerado este plan antes de mi arribo y que había
creado una atmósfera en la cual pudiera probar
mis credenciales, mi discreción y mi habilidad
para poner en práctica el operativo. Yo no
tuve duda que las ruedas de la operación
Bautismo serían pronto puestas en movimiento
en Hungría bajo los auspicios de la Iglesiá
Católica" (Pág. 182-183).
El testimonio de Ira Hirschman
en relación al tema de los certificados de
bautismo de conveniencia es confirmado por diversos
historiadores e investigadores.
Ted Szulc, autor del libro "
The secret alliance : the extraordinary story of
the rescue of the Jews since World War II",
Pan, London 1991 pág. 54 afirma que en pocos
meses desde la visita de Hirschman al delegado apostólico
miles de judíos fueron bautizados en los
refugios antiaéreos de Budapest y salvados
así de la muerte.
Arthur Morse en su obra "While
six million died" hace referencia al envío
de miles de certificados de bautismo que ayudaron
a salvar la vida de miles de judíos húngaros.
El historiador Giancarlo Zizola,
autor de "L' utopia di Papa Giovanni",
Cittadella, Assisi, 1973 pág. 109 estima
que los certificados de bautismo salvaron la vida
a 24.000 judíos. La información es
atribuida a Monseñor Loris F. Capovilla,
secretario de Monseñor Roncalli en Venecia
y luego en Roma.
Un ejemplo de audacia diplomática
inusual por parte del delegado vaticano Roncalli
para intentar salvar vidas judías durante
el Holocausto fue su intervención ante el
Rey Boris de Bulgaria.
El Arzobispo Roncalli, que como
ya señaláramos antes, había
ocupado durante diez años el cargo de Visitante
Apostólico ente Bulgaria, antes de ser designado
para su cargo subsiguiente en Estambul, decidió
despachar una carta oficial el Rey Boris instándole
a no aceptar la demanda nazi de deportar a todos
los judíos búlgaros al campo de exterminio
Auschwitz.
Esa no fue la única intervención
diplomática directa del Nuncio Roncalli en
favor de víctimas judías en diversos
países de Europa. En ese sentido, cabe mencionar
la acción que desplegara Roncalli en favor
de judíos de la Transnitría en Rumania.
Esta gestión fue precedida por un trasfondo
inusual: la entrevista personal que mantuviera el
Arzobispo Roncalli con el Gran Rabino de Palestina
Isaac Herzog.
El historiador Peter Hebblethwaite,
en su artículo "An exchange for blessings
Pope John XXIII and the Jews" se refiere a
dos entrevistas que mantuvo el Gran Rabino de Palestina
Isaac Herzog con el Nuncio Roncalli acerca de la
suerte de 55.000 judíos de la Transnitría
en Rumanía. Ese territorio, una especie de
colonia penal para los judíos, estaba amenazada
por el avance soviético y los judíos
estaban siendo desplazados hacia el Oeste en dirección
a los campos de exterminio. Tres semanas después
de la entrevista el Nuncio Roncalli informa al Gran
Rabino que la Santa Sede ha actuado en el tema.
El plan de rescate fracasó sin embargo, por
razones no relacionadas con Roncalli, pero el Nuncio
pudo reportar en julio de 1944 que un barco ha llegado
a Turquía con 750 pasajeros, incluyendo huérfanos.
El investigador John Morley en
la obra "Vatican Diplomacy and the Jews during
the Holocaust 1939-1943 " señala que
el delegado apóstolico en Turquía,
arzobispo Angelo Roncalli, también se interesó
por los judíos de Rumanía, mandando
al secretario de Estado Vaticano una lista de nombres
de familias judías de la Transnistría
a quien solicita ayudar (Pág. 43)
En otra referencia a la acción
del Nuncio Roncalli en favor de los judíos
de Transnistría señala el autor :
"Los primeros meses de 1944 renovaron los temores
respecto a los judíos que aún permanecían
en Transnistría porque el ejército
alemán estaba retirándose ante el
avance soviético. El Rabino Isaac Herzog
en Jerusalem apeló a Roncalli en Estambul
para que éste llevara el tema a la atención
del Vaticano. Eso indujo a Roncalli a discutir el
tema con Barlas, el representante de la Agencia
Judía en Estambul. Barlas indicó que
el gobierno turco estaría dispuesto a proveer
un barco para 1500 refugiados que podrían
entrar en Palestina. El gobierno rumano debería
organizar el transporte. Se le solicito al Nuncio
Roncalli usar su influencia sobre el Nuncio Vaticano
en Rumania, Arzobispo Cassulo, para lograr eso"
(Pág. 45).
El Nuncio Angelo Roncalli intercedió
también en favor de la comunidad judía
de Grecia, país ante el cual estaba acreditado
como delegado apostólico.
El historiador Stanford Shaw
señala que sin ser alentado por el Vaticano,
Roncalli concertó con el gobierno turco el
envío de comida a judíos y griegos
hambrientos en Grecia durante el invierno de 1941-42,
escasez causada por el acaparamiento griego, el
bloqueo británico y las confiscaciones alemanas.
Roncalli también se ocupó que la Santa
Sede ejerza su influencia sobre Alemania para intentar
prevenir la deportación de judíos
al Este para su exterminio, así como también
para autorizar a los judíos a emigrar hacia
Palestina, por lo menos aquellos que eran poseedores
de certificados de inmigración válidos
emitidos por los Británicos o la Agencia
Judía por delegación británica
(Pág. 278).
La investigación histórica
y documental llevada a cabo por la Fundación
Internacional Raoul Wallenberg ha recopilado trabajos
históricos diversos que hacen alusión
a otras numerosas intervenciones del Arzobispo Roncalli
en favor de refugiados judíos en países
diversos: Francia, Alemania, Hungría, Eslovaquia,
Croacia, Italia, Grecia, cuyos detalles me veo imposibilitado
de traer a colación en esta exposición
en razón de las limitaciones de tiempo establecidas.
Una demostración elocuente
de la determinación del Nuncio Roncalli en
su actuación humanitaria en favor de las
víctimas judías es el hecho que no
vaciló en intervenir ante el mismo Ministro
Nazi de Relaciones Exteriores Von Pappen
El historiador Stefano Trinchesse
en "Roncalli, diplomatico in Grecia e Turchia",
en el libro "Pío XII" ed. Audren
Ricardi, laterza 1984, pág. 261, cita a Monseñor
Loris F. Capovilla quien fuera secretario del Papa
Juan XXIII del siguiente modo : "Durante la
guerra Roncalli intervino frecuentemente ante Von
Pappen en favor de refugiados judíos. Al
arribar a Estambul ellos (los refugiados) siempre
solicitaban una audiencia con el delegado apostólico".
Una vez finalizada la guerra
el Arzobispo Roncalli es designado Nuncio Apostólico
ante la recientemente liberada Francia. La situación
de posguerra en Francia era muy delicada desde el
punto de vista de la Iglesia Católica pues
el nuncio anterior Monseñor Valerio Valeri
había estado muy comprometido con el régimen
pro-nazi del Mariscal Petain y se hacía necesario
contar con un nuevo delegado vaticano capaz de cambiar
la negativa imagen de la Iglesia ante la opinión
pública.
El éxito alcanzado por
Monseñor Roncalli en tan delicada función
diplomática fue reconocido por el Vaticano,
exteriorizándose en su nombramiento como
Cardenal por el Papa Pío XII en Enero de
1953. En su nuevo status de Cardenal Roncalli estaba
en condiciones de ser electo para alguno de los
arzobispados importantes en Italia y es así
que es consagrado Patriarca de Venecia a la edad
de 71 años.
La edad relativamente avanzada
del Cardenal Roncalli al hacerse cargo del Patriarcado
hizo pensar a muchos- en la jerarquía eclesiástica
y fuera de ella, e incluso a Roncalli mismo- que
dicho cargo sería la cuminación de
su carrera. Pero aún el destino tenía
reservado al Cardenal Roncalli y al mundo una gran
sorpresa. El 9 de Octubre de 1958 Angelo Roncalli
es electo Papa, luego del fallecimiento del Papa
Pío XII.
Aunque el Papa Juan XXIII alcanzó
la máxima jerarquía en la Iglesia
Católica recién a los 77 años
de edad y ejerció el cargo por menos de cinco
años, su pontificado abrió cambios
de tan largo alcance en el Catolicismo romano, que
puede ser considerado como el comienzo de una nueva
era en al historia de la Iglesia Católica.
La elección de Angelo
Roncalli como Papa fue decidida por el Sacro Colegio
de Cardenales teniendo en mira la consagración
de un candidato de compromiso que aunara el cuerpo
electoral, luego de fallidos intentos de acuerdo.
La idea general entonces era que Juan XXIII sería
un "Papa di passaggio", quien inauguraría
un Papado de interinato en el cual el statu-quo
constituiría el leit motiv de su gestión.
Decíamos anteriormente
que el destino deparó al Cardenal Roncalli
una gran sorpresa: la de llevarle al trono papal
en Roma. En realidad- considerando en perspectiva
histórica su gestión como Papa Juan
XXIII- podríamos decir que fue Angelo Roncalli
quien deparó una sorpresa a la Iglesia Católica,
al mundo religioso en general y al Pueblo Judío
en particular.
El Papado de Juan el Bueno estuvo
muy lejos de ser una gestión de statu-quo.
Al poco tiempo de su coronación como Pontífice
Juan XXIII anuncia su intención de convocar
un Concilio Ecuménico, una convocatoria general
de Obispos, que no había tenido lugar por
más de un siglo. El propósito de la
iniciativa papal fue el de acelerar el "aggiornamiento"
de la Iglesia Católica.
La declarada intención
del Papa al convocar el Concilio Vaticano Segundo
fue la de convertir dicho encuentro en un Concilio
Pastoral. Su propósito no fue el de proveer
un marco solemne para la declaración de nuevos
dogmas o el re-examen de viejas doctrinas, Juan
XXIII pensaba en un "Nuevo Pentecostés"
que renovara el flujo del Espíritu Santo.
El tema central alrededor del
cual girarían las deliberaciones del Concilio
Vaticano a convocar sería- según lo
indicara Juan XXIII- el de la unidad cristiana,
la forma de alcanzar una nueva conviviencia entre
las iglesias cristianas históricamente divididas.
Sin embargo la visión
ecuménica del Papa Juan XXIII- de respetuosa
convivencia entre credos y confesiones religiosas
diversas- se extendía más allá
del mundo cristiano propiamente dicho y alcanzaba
a las confesiones no cristianas en general y al
Judaísmo en particular.
La experiencia del Arzobispo
Roncalli durante su largo desempeño como
Delegado Apostólico en países de confesión
ortodoxa oriental había sensibilizado su
espíritu, haciéndole apreciar la especial
responsabilidad que le cabía como Papa para
intentar reparar " el escándalo de la
división cristiana".
También la actitud piadosa
y empátíca que desplegara Angelo Roncalli
en su carácter de Nuncio Vaticano en Turquía
hacia los refugiados judíos perseguidos por
el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial preparó
su espíritu para encarar una revalorización
de la relación histórica entre el
Cristianismo y el Judaísmo.
La piedad práctica, la
generosidad hacia el prójimo, la tolerancia
hacia quien cree distinto, la disposición
empática para ayudar a quien sufre cualquiera
sea su raza o confesión religiosa, esas cualidades
espirituales que caracterizaron al Nuncio Angelo
Roncalli- mucho antes de convertirse en Papa Juan
XXIII- son, a nuestro juicio, la verdadera semilla
que inspirara la convocatoria del Concilio Vaticano
Segundo.
El Concilio Vaticano estaba destinado
a constituir para el Papa Juan XXIII el instrumento
teológico para la consolidación de
una doctrina eclesiástica que expresara aquella
misma verdad existencial de amor y respeto al prójimo
que ya había venido siendo puesta en práctica
a lo largo de toda una vida por Monseñor
Angelo Roncalli en sus funciones de Delegado Apostólico
en Bulgaria, Grecia y Turquía.
La decisión de Juan XXIII
de convocar el Concilio Vaticano Segundo fue recibida
fríamente por amplios sectores de la curia
vaticana, muchos dignatarios eran de orientación
conservadora y no les entusiasmaban los cambios
que inspiraba la visión del nuevo Papa. Un
amplio sector de la dirigencia eclesiástica
trató de demorar la convocatoria del Concilio
pero la férrea voluntad de Juan XXIII pudo
más que los engranajes de la burocracia eclesiástica
de entonces y el Papa alcanzó aún
a presidir la primera sesión del Concilio
en otoño de 1962.
La expresión teológica
del Segundo Concilio Vaticano en relación
a las religiones no- cristianas constituyó
la promulgación de la Declaración
Nostra Aetate, emitida el 28 de Octubre de 1965.
El Concilio asumió el
desafío de repensar el Judaísmo y
la relación de la Iglesia con el Pueblo Judío
en el contexto de la teología católica.
En palabras del teólogo judío Rabino
Leon Klenicki; "La actitud negativa del Cristianismo
hacia el Judaísmo durante siglos, la negación
del destino y la vocación del Pueblo de Israel,
requerían una reflexión colectiva
que fuera más allá del triunfalismo
de los Padres de la Iglesia y las ideas de los teólogos
medievales".
La reconsideración del
Judaismo y el Pueblo Judío llevada a cabo
por el Concilio Vaticano II formaban parte de una
preocupación honesta de la Iglesia acerca
del testimonio cristiano, eran una expresión
de búsqueda del " misterio" de
su propia fé cristiana.
La cuarta sección de la
Declaración Nostra Aetate está dedicada
al Judaismo. El contenido de sus párrafos
ha sido ampliamente discutido e investigado desde
su promulgación por teólogos, líderes
religiosos,historiadores y pensadores de diversas
denominaciones de fé. La declaración
del Concilio Vaticano II acerca del Judaismo ha
sido ampliada a través de la promulgación
del documento vaticano "Lineamientos y sugerencias
para la implementación de la Declaración
Conciliar Nostra Aetate",emitido el 1 de diciembre
de 1974, casi una década después.
Del cúmulo de comentarios,
análisis y estudios teológicos y religiosos
publicados acerca de la Declaración Nostra
Aetate en su sección relativa al Judaismo
y el Pueblo Judío, hemos elegido para referirnos
brevemente en esta oportunidad, al comentario que
efectuara a su respecto el Papa Juan Pablo II, en
ocasión de su histórica visita a la
Gran Sinagoga de Roma en 1986.
Las palabras del Papa reflejan
la autorizada opinión de la Iglesia Católica
acerca del alcance y significado de la Declaración
Nostra Aetate, aclarando las mismas la "lógica
interior" de apertura interreligiosa que se
ha venido desarrollando en el seno de la Iglesia,
desde Juan XXIII y hasta el pontificado actual de
Juan Pablo II.
El Papa resaltó en su
alocucación ante los fieles judíos
en la Sinagoga de Roma tres puntos especialmente
relevantes en la declaración Nostra Aetate.
El primero de ellos indica que
la Iglesia descubre el "vínculo"
con el Judaismo " investigando en su propio
misterio". En ese sentido, " la religión
judía no es "extrínseca"
a nosotros, con el judaismo tenemos una relación
que no tenemos con ninguna otra religión.
Vosotros sois nuestros amados hermanos y en cierto
modo puede decirse que sois nuestros hermanos mayores",
afirmó el Papa Juan Pablo II.
El segundo punto señalado
por el Concilio es que "no puede ser imputada
a los Judíos como pueblo una "culpabilidad"
ancestral o colectiva por "lo ocurrido en la
Pasión de Cristo", no indiscriminadamente
a los judíos de aquél tiempo ni a
sus descendientes, ni a los judíos de hoy.
De ahí, que no existe ninguna justificación
teológica a medidas discriminatorias, o aún
peor que ello, a cualquier acto de persecución".
El tercer punto destacado por
el Papa es consecuencia del segundo. No es legal
o correcto declarar que los judíos son "repudiados
o maldecidos", como si ello fuera enseñado
o pudiera ser deducido de las Sagradas Escrituras
del Antiguo o Nuevo Testamento.
El Papa Juan Pablo II proclamó,
en ocasión de su histórica visita
a la Gran Sinagoga de Roma su expresa voluntad de
reafirmar esos principios, declarando los mismos
en su valor perenne. El Papa reafirmó su
compromiso con los principios de tolerancia religiosa
y revalorización del Judaismo, desde el punto
de vista de la teología cristiana, según
fueran proclamados varias décadas antes,
por inspiración del Papa Juan XXIII , en
el Concilio Vaticano II.
La Fundación Internacional
Raoul Wallenberg, institución que tengo el
honor de ser su fundador, es una organización
sin fines de lucro destinada a honrar la memoria
del diplomático sueco Raoul Wallenberg, quién
salvara la vida de miles de refugiados judíos
perseguidos por el nazismo.
Junto a la figura de Wallenberg,
honramos asimismo las acciones humanitarias de un
dedicado grupo de diplomáticos de paises
diversos, quienes arriesgaron su seguridad personal
y su carrera profesional en aras de la salvación
de vidas judías inocentes.
Nuestra labor cuenta con la adhesión
y el apoyo de la comunidad diplomática internacional,
y tenemos el honor de contar como miembros honorarios
de la institución a más de cincuenta
Jefes de Estado, Primeros Ministros, y Presidentes
de naciones diversas.
En el contexto de esa Galeria
de personajes extraordinarios que fueron "mas
allá" de sus obligaciones diplomáticas
formales para salvar vidas humanas, la figura del
Nuncio Vaticano Angelo Roncalli , luego Papa Juan
XXIII, ocupa un lugar de honor.
Según fué expresado
al comienzo de mi alocución, nuestra Fundación
ha creado un Comité Internacional dedicado
a difundir la labor humanitaria de Monseñor
Roncalli.
Hemos proclamado asimismo, en
una solemne ceremonia llevada a cabo en la sede
de la Representación Vaticana ante Naciones
Unidas, en presencia del Secretario de Estado Vaticano,
la apertura de una campaña internacional
destinada a llevar a conocimiento de la opinión
pública la obra humanitaria desplegada por
el Nuncio Roncalli durante el Holocausto, acción
que salvara miles de vidas humanas.
Nuestra aspiración es
convertir la figura de Juan XXIII - Nuncio Angelo
Roncalli en un modelo de inspiración para
las futuras generaciones, para el afianzamiento
de la tolerancia, el diálogo interreligioso,
la no discriminación y la hermandad entre
seres humanos de buena voluntad , cualquiera fuere
su nacionalidad, raza o religión.
Nuestro sueño es poder
establecer, en la sede de nuestra Fundación,
en la Ciudad Santa de Jerusalem, el "Centro
de diálogo, reflexión y encuentro
interreligioso Nuncio Angelo Roncalli", un
ámbito que permita reunir a judíos,
cristianos y musulmanes en el espíritu de
convivencia y respeto mutuo que propugnara el Papa
Juan XXIII.
La figura de Angelo Roncalli
, Juan el Bueno, es ya una leyenda y una inspiración
moral para la humanidad.
La Fundación Internacional
Raoul Wallenberg está comprometida en mantener
vivo su recuerdo y en rendir un homenaje permanente
a su obra humanitaria.
Bendita sea la memoria del Papa
Juan XXIII, el Nuncio Angelo Roncalli.
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