Mi nombre es Tomas Kertesz, nací en Budapest el 28 de agosto de 1928. Sobreviví a la guerra porque ese fue mi destino y a ese destino lo ayudó mi pasaporte sueco. Cuando los nazis invadieron Hungría, fui obligado a realizar trabajos forzados.
Luego, gracias a mi pasaporte, pude regresar a Budapest. Un día me llevaron junto a mis padres a la estación de carga del ferrocarril para deportarnos. En eso, apareció Wallenberg y pudo salvar a los que teníamos pasaporte sueco.
Tres semanas antes del final de la guerra, los nazis nos volvieron a llevar al central del partido con falsas excusas. Yo logré escapar fortuitamente, no así mis padres, quienes fueron fusilados en el Danubio, junto con otras 80 personas.