Alemania elaboró diversos informes sobre la relación de la España de Franco con los judíos y concluyó que su postura difería de la del nacionalsocialismo | A los nazis les sorprendía que para Franco el judaísmo era más un fenómeno religioso que racial
El Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, desconcertado por la cambiante actitud española en torno a los judíos, encargó a su embajada en Madrid informes que aclararan cuál era la influencia judía en nuestro país. En los archivos nacionales del Reino Unido La Vanguardia halló dos estudios de 1942 que revelan cómo vieron los nazis a la España de Franco en relación con los judíos.
En ambos casos concluyeron que para el régimen franquista el judaísmo era más un fenómeno religioso que racial, pero que en todo caso el franquismo era antisemita.
”Embajada alemana en España. Madrid, 16 de Marzo de 1942. Para el ministerio de Asuntos Exteriores. Berlín. Contenido: Problema judío en España”. Este es el encabezamiento del informe alemán elaborado por Eberhard von Stohrer, embajador de Alemania en España desde el 23 de septiembre de 1937 hasta enero de 1943. Von Stohrer fue un tipo corpulento y un personaje curioso que al mismo tiempo que se consideró amigo personal de Franco y del germanófilo Serrano Súñer, abogó por la neutralidad española en contra de la opinión de Hitler. Su postura le supuso el relevo al frente de la legación alemana en Madrid y fue sustituido por Hans Moltke.
Pero por muy neutral que pareciera, el embajador Stohrer interpretó a su manera el edicto de expulsión de los judío españoles firmado por los Reyes Católicos el 31 de marzo de 1492, valoró desde el punto de vista antisemita sus consecuencias y multiplicó por diez el número de expulsados: ”Es cierto que en España no existe un problema judío como en Alemania. La expulsión de los judíos por la reina española Isabella la católica (sic) a finales del siglo XV ha evitado la germinación del problema judío, con el que se enfrentan casi sin excepción todos los estados de raza blanca. Isabella dio a los judíos residentes en España la opción de convertirse al catolicismo o dejar el país. Aunque la mayoría de los millones de judíos españoles salieron del país, miles de ellos prefirieron convertirse al catolicismo para salvar sus posesiones económicas. Estos judíos bautizados se han integrado totalmente en el pueblo español, a pesar de que todavía hay algunos grupos con apellidos que señalan a un origen judío. Durante los últimos 400 años los judíos que han permanecido en España desde los comienzos del siglo XVI se han mezclado con la población española y hoy es muy difícil identificar la raza judía en España. La entrada de ideas liberales en el siglo XIX conllevó una nueva inmigración de judíos a España, aunque de menor envergadura. La mayoría se convirtieron al catolicismo en la primera o como muy tarde en la segunda generación. Dejaron de ser judíos y según el concepto español ya no se diferencian en nada de los españoles católicos. Los españoles no comprenden el concepto de raza que defiende el nacionalsocialismo.
Los judíos sefardíes, es decir, los pocos judíos practicantes que hay en España, no reciben ningún tratamiento complaciente por parte de las autoridades españolas”, escribió Von Stohrer.
”No obstante -prosiguió-, la República española se encargó de estos judíos y favoreció especialmente el contacto con los sefardíes residentes en el Mediterráneo oriental. La España nacional del general Franco no sólo desaprueba la francmasonería, sino también el judaísmo internacional, aunque no tanto por razones de raza sino de religión. Por tanto, no fomenta de ningún modo a los sefardíes españoles. Firmado: Stohrer”.
La explicación del barón Von Stohrer sobre España complació sólo en parte los deseos de información del Ministerio alemán de Exteriores y de los departamentos nazis destinados a la persecución judía, de modo que unos meses después Berlín volvió a inquirir sobre el tema. La respuesta, formulada nuevamente en la embajada alemana de Madrid, se remitió a la capital del Reich el 10 de noviembre de 1942 bajo el enunciado ”Asunto. Política española para los judíos”.
El segundo informe subrayaba literalmente que ”una legislación antisemita del tipo alemán no existe en España. España ya documentó su actitud negativa frente al judaísmo con la expulsión del año 1492. Pero en aquel entonces en todo Europa, el problema judío era de tipo religioso y quien se convertía al catolicismo ya no era considerado judío. Bajo la influencia del movimiento liberal la diferencia entre españoles y judíos se difumina aún más, así que en la España de hoy ya no se distingue entre españoles y judíos españoles bautizados. Eso se explica sólo por una cosmovisión cristiana teniendo en cuenta la ideología católica en que se basa el estado español y lo cual es válido incluso para españoles no cristianos. No se sabe cuántos judíos en los siglos XV y XVI han optado por el bautizo para no tener que emigrar y tampoco hay estimaciones que se podrían calificar de más o menos correctas. Es cierto que elementos judíos bautizados entonces ascendieron especialmente a clases superiores, tanto a la nobleza como al alto clero. Sólo quedan pocas familias judías que son conscientes de sus orígenes semíticos, como los Chuetas de Mallorca”.
”El estado español ha tolerado la propaganda antisemítica pero por entender el judaísmo sólo como fenómeno religioso la observó con disgusto y no la favoreció en ningún caso (subrayado en el original). Aparte de las razones citadas antes, se opina que una teoría de raza del tipo alemán no favorece los intereses estatales españoles, teniendo en cuenta la mezcla de razas con fuerte influencia semítica y también la mezcla de razas en los estados hispanoamericanos. En diferentes comentarios oficiales de personalidades reputadas se encuentran declaraciones de este tipo”.
Para el autor del análisis, en la España de la posguerra civil había ”personalidades que apoyan a los semitas que aún no han sido alejadas de cargos decisivos. Esta situación es también aplicable a Falange. Entre otros hay que mencionar al escritor Samuel Ros, que publica la destacada revista Vértice y que contribuye mucho al suplemento literario de la revista afín a Falange Arriba”.
En favor del antisemitismo español, el diplomático explicó a sus jefes que la única concesión que ”ha hecho el gobierno franquista es dejar espacio para la propaganda contra los judíos extranjeros y despedir de los cargos que habían conseguido en España los judíos procedentes de Europa central y principalmente de Alemania. También se prohibió la literatura judía de origen alemán, como las obras de Wassermann, Zweig, Ludwig, Werfel”.
El dato
Presiones norteamericanas
En 1943 la política franquista se hizo algo más sensible respecto a los judeoespañoles, circunstancia que los alemanes interpretaron como consecuencia de la presión de Estados Unidos sobre el Gobierno español. No les faltaba razón, pues hay abundante documentación desclasificada que muestra como británicos, americanos, y especialmente asociaciones judías de ambas naciones insistieron a España para que suavizara su postura y para que ayudara en casos concretos.
El telegrama alemán número 7326 de Madrid a Berlín, de 29 de diciembre de 1943, desvela la opinión del embajador alemán Hans Heinrich Dieckhoff -cuñado del ministro Von Ribbentrop- que había sustituido a Hans Moltke, muerto de un ataque agudo de apendicitis el 22 de marzo de aquel año. ”El interés del Gobierno Español por sus judíos parece explicarse principalmente por el hecho de que últimamente la embajada americana en Madrid parece entrometerse cada vez más en cómo España trata con la cuestión judía y exige a España militancia en favor de sus judíos.
Todavía en septiembre Doussinague me explicó que el Gobierno Español tomaba en consideración el sentimiento antisemítico existente en España y consentía la repatriación de sus judíos del territorio controlado por Alemania, sólo en grupos pequeños para que la vuelta de esos elementos no deseados no llamara la atención a la población española (ver mi Telegrama Nº 4860 del 20 de agosto 1943)”, señala el documento. ”Ahora, el interés del Gobierno Español por estos judíos se ve reforzado, lo cual se explica por la intromisión americana en esta cuestión interna española que ha llegado a mi conocimiento. Se trata más bien de un asunto americano que español. Informaré sin miramientos al Ministro de Exteriores español sobre estos hechos. Se me permitirá sugerir que se haga lo mismo en la embajada española en Berlín. Dieckhoff”.