El Día del Perdón de 1946 se publicaba en el semanario porteño ‘Idische Zeitung’ un breve relato presentado como el mensaje póstumo de uno de los últimos combatientes del Gueto de Varsovia a punto de ser aniquilado por el ejército nazi. En rigor de verdad se trataba de una obra de ficción, de profundo contenido teológico y filosófico, escrita por el joven Zvi Kolitz a pedido del editor del periódico, Mordechai Stolar.
De paso por Buenos Aires, enviado por el Congreso Sionista Mundial, Kolitz escribió ‘Iosl Rákover le habla a Dios’ de un tirón, en una sola noche, en un pequeño cuarto del City Hotel, a pasos de la Plaza de Mayo y, también, de la Catedral Metropolitana.
Cincuenta años después los bellos versos que anticipan el alegato de un hombre que no deja de creer en Dios a pesar de la destrucción de su familia y su pueblo, quedaron inscriptos en el frontís del Mural Conmemorativo de las Víctimas del Holocausto y de los que perecieron en los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA.
‘Creo en el sol, aún cuando no brilla;
Creo en el amor, aún cuando no lo sienta;
Creo en Dios, aún cuando se mantiene en silencio’.
El recordatorio, sin precedentes en la historia de las relaciones judeo-católicas, fue inaugurado en la Catedral de Buenos Aires por el Cardenal Antonio Quarracino a instancias de una idea de la Organización No Gubernamental Casa Argentina en Jerusalem.
Una nota introductoria al relato de Kolitz, atrozmente premonitoria, nos cuenta dónde y cómo fue encontrado el testamento: ‘En una de las ruinas del gueto de Varsovia, entre montículos de piedras y huesos humanos calcinados …’. El único ejemplar del ‘Idische Zeitung’ del 25 de septiembre de 1946 que existía en la Argentina se encontró, destruido, entre montículos de piedras y huesos calcinados horas después de la voladura de la AMIA.
‘Iosl Rakover …’, como señala el periodista alemán Paul Badde, adquirió vida propia como el Golem de Praga, la creatura modelada por el rabino Löw. Ganó fama mundial y relegó a su autor al anonimato. Emanuel Levinas y Thomas Mann supieron elogiarlo profusamente. Hasta mediados de la década del sesenta se lo consideró un documento auténtico escrito por un condenado a muerte. Luego, cuando la verdad salió a la luz, muchos prefirieron callarla ya que, decían, revelarla le haría perder al relato su fuerza conmovedora.
En la Argentina se lo insertó en los libros de oraciones de sinagogas. Baruch Tenembaum, fundador de la Casa Argentina en Jerusalem fue quien realizó la primer traducción en la Argentina. Random House, una de las principales editoriales de los Estados Unidos lo publicará el próximo mes de octubre.
Zvi Kolitz es profesor emérito de la Yeshiva University de New York, tiene 79 años, vive en Manhattan junto a su esposa mexicana Matilde y es miembro honorario de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg. ‘Iosl Rákover le habla a Dios’ ha sido publicado en la Argentina por la editorial Fondo de Cultura Económica en la precisa traducción de Eliahu Toker.
Jerusalem, septiembre de 1999.