Cuando Adolf Eichmann fue capturado en Buenos Aires, hasta las más inverosímiles y novelescas historias de nazis en la Argentina cobraron realidad. Desde el final de la Segunda Guerra la cuestión nazi entraba y salía del debate político sin superar nunca el umbral de la sospecha, a menudo bien condimentada, pero sin pruebas concluyentes. El fue la prueba definitiva.
El primer documento argentino de Eichmann está fechado en julio de 1950, bajo el nombre de Ricardo Klement. Siempre se sospechó que había ingresado un par de años antes, para trabajar inicialmente en Tucumán, y luego mudarse a una primera casa en Olivos.
El 11 de mayo de 1960, cuando caminaba hasta su vetusta casa de Garibaldi y la ruta 202, en San Fernando, Eichmann fue secuestrado expeditivamente por hombres del Mossad, el servicio secreto israelí, que había rastreado en nuestro país al criminal encargado del aparato burocrático que administraba ”la solución final del problema judío.” Sus captores aseguraron que se condujo con mansedumbre. El avión de El-Al, que esperaba su carga clandestina en Ezeiza, lo depositó en Jerusalén. Para entonces, el gobierno de David ben Gurion había dado la noticia al mundo y Arturo Frondizi soportaba grandes presiones internas, que culminaron en una enérgica protesta del gobierno ante Naciones Unidas.
El caso Eichmann abrió un campo de investigación al que la sociedad argentina había cerrado los ojos, ya que suponía atribuir responsabilidades sobre el ingreso de criminales de guerra -alemanes, pero también croatas e italianos-, siguiendo lo que se conocería como ”la ruta de las ratas” hacia un exilio protegido. Después de 1960 fue imposible desviar la vista del papel del general Perón, quien se había disputado con los Estados Unidos el asilo de ingenieros de la industria pesada alemana desocupados tras la derrota. Al conocerse la carrera de Eichmann, el despacho tenebroso de civiles hacia Auschwitz, entre otros centros de concentración, perdió peso la defensa jurídica de la soberanía nacional, indudablemente avasallada por el Mossad. Después de un proceso que hizo historia, recogido en un libro magistral por la filósofa alema na Hanna Arendt, Eichmann fue ahorcado en Jerusalén el 30 de mayo de 1962.
- Más información: La paradoja argentina
- Nota principal: Malkin, el cazador de Eichmann
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